MI VOCACIÓN ES EL AMOR

Santa Teresita: una luz en la noche oscura

A pesar de que la crítica se ha encargado de mostrar a Santa Teresita como una santa privilegiada con una espiritualidad pueril, lo cierto es que pasa una noche oscura hasta su muerte. En el Manuscrito C narra las densas tinieblas que oscurecen su alma. Es la prueba de la fe, es el momento más denso, cuando Teresita se sienta en “la mesa de los pecadores” y confiesa su terrible encuentro con la amargura que le impide seguir escribiendo por obediencia a la madre superiora del Carmelo, “por temor a blasfemar”.

Así, a pesar de esta prueba que me roba todo goce, aún puedo exclamar: “Tus acciones, Señor, son mi alegría” (Sal XCI). Porque, ¿existe alegría mayor que la de sufrir por tu amor…? Cuanto más íntimo es el sufrimiento, tanto menos aparece a los ojos de las criaturas y más te alegra a ti, Dios mío. Pues si, por un imposible, ni tú mismo llegaras a conocer mi sufrimiento, yo aún me sentiría feliz de padecerlo, si con él pudiera impedir o reparar un solo pecado contra la fe…

¿Hay prueba más grande de fe que aquella que mantiene su sentido cuando el significado huye, se desploman las certezas y se comprende la debilidad y la miseria del corazón humano? ¿Hay mayor posibilidad de sentir la presencia de Dios que aquella que se da en medio de la noche y de la nada? Esta es la cumbre de la espiritualidad de Santa Teresita: ofrecer el sufrimiento callado, de la más honda intimidad, por “un solo pecado contra la fe”. Propio o ajeno. Solo en Dios el sufrimiento encuentra sentido. Y el hombre su tabla de salvación.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 19 de marzo de 2023 No. 1445

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