LA EVANGELIZACION I

El Papa Francisco comenzó un nuevo ciclo de catequesis sobre la pasión por la evangelización o, dicho de otro modo, el celo apostólico. Considera que una dimensión esencial de la Iglesia es ser misionera, salir a irradiar a todos la luz del mensaje evangélico. A continuación presentamos los puntos más importantes de la primera reflexión.

Partiendo de que la pasión por la evangelización, o el celo apostólico, es un tema urgente y decisivo para la vida cristiana, el Papa Francisco nos recuerda que nada tiene que ver con el proselitismo, sino con solo dar testimonio sin intentar convencer a otros.

Evangelizar no es lo mismo que hacer proselitismo

La comunidad de los discípulos de Jesús nace apostólica, nace misionera, no proselitista y desde el principio debíamos distinguir esto: ser misionero, ser apostólico, evangelizar no es lo mismo que hacer proselitismo, no tiene nada que ver una cosa con la otra. Se trata de una dimensión vital para la Iglesia, la comunidad de los discípulos de Jesús nace apostólica y misionera. El Espíritu Santo la plasma en salida, la Iglesia en salida, que sale, para que no se repliegue en sí misma, sino que sea extrovertida, testimonio contagioso de Jesús también la fe se contagia, orientada a irradiar su luz hasta los últimos confines de la tierra. Pero puede suceder que el ardor apostólico, el deseo de alcanzar a los otros con el buen anuncio del Evangelio, disminuya, se vuelva tibio. A veces parece eclipsarse, son cristianos cerrados, no piensan en los demás. Pero cuando la vida cristiana pierde de vista el horizonte de la evangelización, el horizonte del anuncio, se enferma: se cierra en sí misma, se vuelve autorreferencial, se atrofia. Sin celo apostólico, la fe se marchita. Sin embargo, la misión es el oxígeno de la vida cristiana: la tonifica y la purifica.

La llamada del apóstol Mateo

El pontífice recuerda el episodio evangélico de la llamada del apóstol Mateo, quien era un recaudador de impuestos despreciado por la gente. Un hombre con sus miserias y su grandeza.

“A Jesús le decían que era un pecador, que era un tal por cual, pero Jesús va a la persona, al corazón, esta es una persona, este es un hombre, esta es una mujer, Jesús va a la sustancia, al sustantivo, nunca al adjetivo, olvida los adjetivos”.

“Y mientras entre Mateo y su gente hay distancia porque ellos veían el adjetivo, publicano , Jesús se acerca a él, porque todo hombre es amado por Dios. Esta mirada de Jesús que es hermosa, que ve al otro, sea quien sea, como un destinatario de amor, es el inicio de la pasión evangelizadora. Todo parte de esta mirada, que aprendemos de Jesús”.

¿Cómo es nuestra mirada hacia los otros?

El Papa hace alusión a que muchas veces nosotros nos portamos como aquellos que juzgaban a Mateo, al solo ver los defectos y no las necesidades.

En cambio, Jesús va a Mateo le pide que lo siga, que se levante y le abre el horizonte al servicio y esto “es fundamental para los cristianos: nosotros discípulos de Jesús, nosotros Iglesia, ¿estamos sentados esperando que la gente venga o sabemos levantarnos, ponernos en camino con los otros, buscar a los otros? No es cristiano decir: ‘Pero que vengan, yo estoy aquí, que vengan’. No, ve tú a buscarlos, da tú el primer paso”.

No esperar a ser perfectos

Jesús vio a Mateo, él se levantó y se vislumbró una meta. “Este es el mensaje para nosotros: no debemos esperar ser perfectos y tener hecho un largo camino detrás de Jesús para testimoniarlo; nuestro anuncio empieza hoy, ahí donde vivimos. Y no empieza tratando de convencer a los otros, convencer no: sino testimoniando cada día la belleza del Amor que nos ha mirado y nos ha levantado y será esta belleza, comunicar esta belleza la que convenza a la gente, no comunicarnos nosotros, sino al mismo Señor. Nosotros somos los que anuncian al Señor, no nos anunciamos a nosotros mismos, ni anunciamos un partido político, una ideología, no: anunciamos a Jesús”.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 9 de abril de 2023 No. 1448

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