Por P. Justo López Melús
ALIVIO DE CAMINANTES
Un grano de trigo se encontraba muy triste entre dos terrones de tierra negra y húmeda, donde lo había tirado el sembrador. Entonces empezó a recordar su vida feliz, cuando estaba en la espiga con sus hermanos. Pero no duró mucho su felicidad. Pronto llegó el segador y la trilla que lo vapulearon. Luego, en el saco, en la más terrible soledad. De allí pasaría a las ruedas del molino. Entonces gemía tristemente:
–¿Para qué fui creado? Mejor no haber visto la luz.
Pero una voz, desde lo más profundo de la tierra, le decía:
–Ten confianza, no temas. Tú mueres para renacer a una vida mejor.
–¿Quién eres? –preguntó.
–Soy Aquel que te creó y quiere volver a crearte.
Y el grano se abandonó a la voluntad de su Creador. Se convirtió en un tallo verde y vio otros tallos que eran sus hermanos. Y de nuevo sintió la alegría de vivir. “si el grano de trigo no muere…”.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 26 de marzo de 2023 No. 1446