Desde sus inicios “Cielo abierto” dedica sus esfuerzos a preparar un encuentro de amor de Dios con las personas a través de la Adoración Eucarística, retiros, música, predicación, tecnología y medios de comunicación, para que descubran el sentido y propósito real en sus vidas.

Osvaldo Arias, quien es tecladista y director musical de “Cielo abierto” y Grupo Emmanuel, sostiene que aunque la popularidad de este movimiento laico en diversos países no radica en la viralidad, sí tienen el compromiso de reinventarse y abrirse a las posibilidades para llegar a todos los sectores con alternativas que contrarresten aquello que está de moda.

Por Rubicela Muñiz

-Osvaldo, ¿qué piensas de esta música sin filtros, como el reguetón y los corridos bélicos, que han venido a modificar la conciencia y la moda entre los jóvenes?

La música y la sociedad siempre han estado relacionadas íntimamente. La música refleja las condiciones sociales que vivimos. En general el arte siempre termina siendo un producto de los tiempos que estamos viviendo.

Lo peligroso es que se vuelve algo aspiracional y todo lo que se crea: las modas, la denigración de las mujeres, del hombre mismo, el narcotráfico, drogas, llega a ser algo aspiracional para los jóvenes de ahora.

También el artista secular que está metido en todo este ambiente está condicionado por todo aquello que el mercado está dispuesto a consumir. Hoy la música se llega a producir en maquilas, sin una originalidad, sin el fin que es evocar una emoción, comunicar algo, sino que simplemente es por generar mayores ingresos.

Más allá del ritmo, el mensaje no es el correcto. No es lo que deberíamos de promover y de hacer crecer.

-¿El fin de los músicos católicos no es competir con agrupaciones así, con estos ritmos pegajosos?

No. La música al final de cuentas es un medio de expresión. Nosotros, con ese compromiso de evangelizar, no necesariamente estamos condicionados por eso, sino al contrario, creo que la invitación de San Juan Pablo II fue a innovar en los métodos de evangelización y esa es la parte que nos corresponde como artistas:

ser creativos y buscar la manera, no compitiendo directamente con lo que ya se tiene, sino proponiendo alternativas que contrarresten el mensaje que nos están dando con géneros que no necesariamente tienen que ser comerciales.

Sin embargo, la música católica ha crecido enormemente en profesionalización, tenemos mucha música de calidad con géneros muy demandados que las generaciones buscan: baladas, estilos clásicos, pero también géneros de artistas que están haciendo urbano, pero con un mensaje totalmente diferente.

Entonces, si bien no estamos condicionados a competir con esos géneros, sí debemos aprovechar los recursos que tenemos y buscar la manera de acercarnos a todos los sectores. No podemos cerrarnos a decir que solamente se pueden hacer baladas o solamente se pueden tocar ciertos instrumentos.

Debemos ser creativos y buscar nuevos métodos de evangelización que nos permitan llegar a todas esas personas que tal vez están en barrios o un poco más marginadas.

-¿En qué nos toca mantenernos firmes ante esta narcocultura e hipersexualización que se da a través de las letras?

Lo que nos corresponde es mantener el mensaje que nos fue dado y que se tiene que transmitir. Simplemente es llevar el Evangelio a través de lo que hagamos.

Nuestro compromiso es mantenernos fieles en nuestros principios y de nuestra Iglesia. No adaptarnos a la cultura y a los contextos en el que estemos en cuestión de contenidos. Y tenemos que conocer de nuestra Iglesia, porque a veces adaptamos las cosas a nuestra conveniencia o nos quedamos meramente en la parte emocional buscando que siempre sea ese Dios de “sentir bonito”, o buscando propiciar un sentimiento bonito en las personas.

Hace tiempo un sacerdote en una adoración nos decía: “No jueguen con los sentimientos de las personas cuando hagan la adoración con los cantos”. A lo que se refería el sacerdote es a no buscar la intención de provocar algo solamente, sino mantenernos en el mensaje que no siempre va a gustar. Debemos tener como objetivo contrarrestar esa cultura de hipersexualización, de narcocultura, contrarrestar todo esto y mostrar el mensaje que Dios nos ha dejado a través de cantos con contenido.

El compromiso de nosotros como artistas católicos es desarrollar toda esa creatividad con ese contenido que ya está.

-Entonces, ¿vale la pena dar la “pelea” a toda esta industria millonaria?

Claro. Es totalmente necesario hacerlo. Nosotros creemos que la realidad que estamos viviendo en nuestro país y en el mundo entero, es porque hemos desviado nuestra mirada de Dios. Creo que ahí es donde entra una parte importante de la misión de “Cielo Abierto”: volver la mirada hacia los demás a través de la Adoración Eucarística. Para ello hay que pedir fortaleza y sabiduría, además de prepararnos en el conocimiento de nuestra fe, de nuestra Iglesia, porque no podemos ir a una batalla sin armas. Saber que vale la pena entregarlo todo por Jesucristo y nuevamente rescatar a todas estas personas a razón de lo que estamos viendo.

-Los jóvenes, los adolescentes son de seguir modas, pero es importante que sepan que no solo porque una canción o un artista esté en los primeros lugares de las listas de las plataformas más famosas, significa que eso sea bueno.

Toda esta parte del arte y en especial la música llega a desarrollar o a crear esos sentimientos y significados que te promueven la identidad de ciertos grupos. Pero al final es importante entender que no les puedes decir solamente “no lo escuches”, ni cancelarlos, sino que debemos proponer algo. Y la primera cosa a proponer debe ser nuestro testimonio.

Si un padre le dice al hijo “no escuches esto”, pero el padre no tiene tiempo de atenderlo, pues el hijo va a buscar esa necesidad afectiva en cualquier otra cosa, en cualquier lugar, en cualquier tipo de contenido.

Evidentemente va desde el compromiso personal y tener siempre las herramientas para proponer algo contrario, a lo que estamos haciendo y no simplemente prohibirlo.

¿Te ha tocado ver o escuchar el testimonio de algunos jóvenes a los que la música, propiamente de alabanza, los haya transformado?

Yo soy el primero. La música tiene un poder impresionante espiritualmente y psicológicamente. Para mí es importantísima la preparación que debemos tener en todo, porque no sabemos el impacto que pueda tener lo que digamos, lo que cantemos. A veces es simplemente un acorde lo que cambia todo. Yo siempre recuerdo una frase que nos decía un sacerdote al estar preparando un concierto para el Auditorio Nacional: “Estamos preparando lo que la gente va a ver y va a escuchar, pero tu intimidad con Dios, tu vida de oración diaria, eso es lo que la gente va a recibir y eso es mucho más importante”.

Entonces, debemos ser conscientes hasta dónde nos puede llevar la música. Y por supuesto que hemos escuchado muchísimos testimonios de chicos que se han acercado a Dios por algún canto.

No conozco a nadie que no le guste la música y es una manera de acercarse. La responsabilidad que tenemos como músicos católicos, como artistas católicos, es por todas las conversiones que podamos tener a través de eso y porque esto trascienda mucho más allá de lo terrenal.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 14 de mayo de 2023 No. 1453

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