Por P. Prisciliano Hernández Chávez, CORC.
LOS SALMOS, ALMA DE MI ORACIÓN
Salmo de confianza individual que implica una profesión de fe y una confianza gozosa. Los sentimientos son de confianza y alegría fruto de la experiencia con Dios. Reconoce al verdadero Dios y rechaza los cultos a otros dioses. Dios es su refugio, su bien, a quien invoca frecuentemente y es su protección. Para el orante, Dios es todo. Dios es el lote de su heredad. Dios tiene en sus manos su destino.
Dios es su consejero permanente, hasta de noche lo instruye en el interior. Siente la presencia del Señor y su cercanía. Dios invade de gozo su corazón. Dios no lo abandonará en el sheol-abismo-reino de la muerte; ni dejará que su fiel sufra la corrupción. Este texto tiene una connotación plenamente mesiánica referido a la resurrección del Señor, en la aplicación que hace san Pedro en su predicación después de recibir la plenitud del Espíritu Santo en Pentecostés (cf Hch 2, 25-28; 13, 35). El orante que se asocia con Jesús, no temerá la muerte, ni la corrupción, por su vinculación a Cristo muerto y resucitado.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 14 de mayo de 2023 No. 1453