Por P. Prisiciliano Hernández Chávez CORC

POR LOS CAMINOS DEL TEPEYAC (HACIA EL NOVENARIO DE AÑOS/3)

Sobre las traducciones del Nican Mopohua: la mandada a hacer por Lorenzo Boturini (1740) y las mandadas a hacer por el Arzobispo de México y que sería después de Toledo, Don Francisco A. Lorenzana (1775), ambas incompletas cuyas copias están en la Biblioteca de la Basílica de Guadalupe. El padre Agustín de la Rosa en 1886 hizo una traducción del náhuatl al latín. En nuestro siglo la realizada por Don Primo Feliciano Velázquez (1926) en castellano elegante y hasta hace poco la más difundida.

También está la realizada por don Ángel María Garibay K., personaje eminente por su ciencia en letras clásicas, por el dominio de las lenguas modernas, su capacidad crítica en historia y literatura, hebraísta, teólogo, predicador, etc.; a él se debe el rescate de la lengua y cultura náhuatl en nuestro tiempo: fue publicada en 1980.

La realizada por el P. Mario Rojas (1924-2005); se perfila a ser de obligada referencia, por cuanto toma en cuenta en su traducción la mentalidad indígena en un intento laudabilísimo de retroproyección (1978) y en la cual numera sus párrafos, como lo hiciera el P. Torroella por vez primera.

La realizada por el Maestro Guillermo Ortiz de Montellano (1990) editada por la Universidad Iberoamericana precedida de una visión sintética y global de la lengua náhuatl: toma en cuenta el estilo náhuatl sin renunciar a la elegancia del castellano: en la tercera parte expone un estudio filológico del vocabulario del Nican Mopohua.

Por supuesto es digna de elogio la llevada a cabo por el P. José́ Luis Guerrero, “un intento de exégesis”: además de sus eruditas y fundamentadas notas históricas, analiza a fondo la riqueza y el contenido de las palabras nahuas del Nican Mopohua.

Es digna de mención la realizada por el Pbro. Juan Valle Ríos, “El Nican Mopohua” está escrito con visión histórica del pueblo Azteca y Mexica-Tenochca, 1998; el Padre Guerrero le concede una calurosa felicitación, porque considera que “sus libros pertenecerán por derecho propio al acervo de los fundamentales”.

Recientemente se han publicado las traducciones de Miguel León Portilla “Tonatzin-Guadalupe”, FCE 2000, de indudable valor por su dominio de la cultura náhuatl, las traducciones de Mons. Eduardo Chávez, ISEG 2009 y una ampliada en 2014; estas últimas con puntuales explicaciones.

Vale la pena consultar la obra de Jesús Galera Lamadrid quien nos ofrece un análisis histórico y literario del Nican Mopohua, además de ofrecernos en columnas, para un estudio comparativo de esas traducciones del Nican Mopohua: la de Primo Feliciano Velázquez realizada en 1926, la de Ángel María Garibay en 1978, -en “Histórica del Centro de Estudios Guadalupanos”-, la de Mario Rojas Sánchez en 1978; en primer lugar pone la obra de Luis Becerra Tanco, realizada en 1666; se colige que esta tuvo como base el Nican Mopohua, que no siempre es literal y tiene 18 aditamentos, como lo señala Primo Feliciano Velázquez; pone la tercera Aparición, que omite Lasso de la Vega. Mario Rojas también la incluye, -aunque no Garibay-, en parte siguiendo la de Joseph Julián Ramírez poniendo su toque personal.

Para abundar en más datos se puede consultar el “Libro Anual del Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos 1981-1982” publicado con ocasión de los 450 años de la Aparición Guadalupana.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 4 de junio de 2023 No. 1456

Por favor, síguenos y comparte: