LOS SALMOS, ALMA DE MI ORACIÓN
Por P. Prisciliano Hernández Chávez, CORC.
Yo te amo Señor; tú eres mi fortaleza (v.2-30). Perfecto es el camino de Dios (v.31-51). Este salmo tiene 51 versículos, por eso en la Liturgia de las Horas, se ha dividido en dos partes como son enunciadas aquí, en las primeras líneas de este comentario.
Este Salmo es un ejemplo magnífico del lirismo y de la poesía hebrea; revela el alma del orante que tiene una experiencia profunda de Dios y manifiesta el espíritu del orante hebreo. Manifiesta amor, emoción, ternura con un lirismo de una gran fuerza expresiva. Recalca la vinculación personal del orante con Dios: Dios es su fuerza, su fortaleza, su escudo.
Cuando el justo invoca a Dios, Él lo escucha. El orante señala su situación del peligro personificados en la muerte y el abismo. Aparecen como aguas torrenciales y cazadores sin piedad. La intervención divina es grande, expresada de modo vigoroso desde el versículo 8 hasta el 20, rematando con que “me sacó a un lugar espacioso”– espacios libres-éxodo—“porque me amaba”. Dios premia la inocencia del justo, humilde y lo hace partícipe de su victoria.
Para los cristianos este salmo es un himno a Cristo, Ungido, el vencedor de la muerte y del abismo, glorificado por el Padre.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 4 de junio de 2023 No. 1456