Muchos cristianos solicitan inspiración y guía, porque las redes sociales, que son una de las expresiones de la cultura digital, han ejercido un profundo impacto en nuestras comunidades de fe y en nuestras trayectorias espirituales personales.
Cuidado con las trampas
- El usuario al mismo es consumidor y mercancía. Es consumidor cuando se le presenta publicidad personalizada; y es mercancía cuando su perfil y sus datos se venden a otras empresas para el mismo fin.
- Quienes están presentes en las redes sociales son tratados según sus características particulares, su origen, sus gustos y preferencias, ya que los tienden a poner en contacto a quienes son “iguales”. Esto impide que los usuarios encuentren realmente al “otro” que es diferente.
- Los discursos agresivos y negativos se difunden con facilidad y rapidez, y ofrecen un terreno fértil para la violencia, el abuso y la desinformación debido al anonimato.
- Tejer relaciones
- Es cada vez más urgente y necesario participar en las redes sociales de una manera que vaya más allá de los propios estándares, saliendo del grupo de los propios “iguales” para encontrar a los otros.
- En vez de actuar individualmente produciendo contenido o reaccionando a informaciones, ideas o imágenes compartidas por otros, necesitamos cocrear experiencias, fomentar el diálogo y el respeto y un lugar basado en la colaboración y la confianza.
- Oyentes deliberados
- Estamos invitados a ver el valor y la dignidad de aquellos con quienes tenemos diferencias. Y todo comienza con la capacidad de escuchar bien, de dejar que la realidad del otro nos toque.
Ladrones de atención
- Ante la sobrecarga de estímulos y datos que recibimos, el silencio es un bien precioso, ya que asegura un espacio para la concentración y el discernimiento.
- La necesidad de buscar el silencio en la cultura digital aumenta la importancia de la concentración y la escucha.
- El proceso de atención-interés-deseo-acción, bien conocido por los publicitarios, es similar al proceso por el que cualquier tentación entra en el corazón humano y distrae nuestra atención de la única palabra que es verdaderamente significativa y que da vida, la Palabra de Dios.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 11 de junio de 2023 No. 1457