Tras el terremoto que sacudió la península suroccidental del país, Mons. Gontrand Décoste, Obispo de la diócesis de Jérémie, y el Coordinador del Programa de Cáritas Haití presentan la situación sobre el terreno y explican el papel de la Iglesia en el apoyo a las poblaciones afectadas.
Por Pierre Dalin Domerson – Vatican News
En una semana, Haití ha sufrido dos catástrofes naturales. El martes 6 de junio, el país se vio sacudido por un seísmo de magnitud 4.9 que causó cuatro muertos y unos cuarenta heridos, mientras que la población sigue luchando contra las consecuencias de las recientes y devastadoras inundaciones provocadas por el mal tiempo, que causaron 42 muertos.
Una población conmocionada
En la ciudad de Jérémie, la población sigue conmocionada y teme nuevos temblores. En su discurso, el obispo Gontrand Décoste describió un triste panorama. «Varias casas se han derrumbado, sobre todo en Sainte Hélène, donde tres personas han muerto y otras han resultado heridas. También tenemos muchos edificios dañados, entre ellos el palacio episcopal de Jérémie, los presbiterios, algunas iglesias y también algunas escuelas».
El prelado jesuita aprovechó la ocasión para advertir de las semanas que se avecinan. «Ha llovido mucho y las inundaciones han devastado la producción agrícola. Sin duda habrá escasez de alimentos en los próximos días». Por su parte, el coordinador de programas de Cáritas Haití, Lumarque Winter, afirmó que el balance de daños aumenta cada día: «Acabamos de recibir un informe de la diócesis de Jacmel, según el cual 2.000 casas han sido destruidas por las inundaciones. Eso significa dos mil familias que necesitan encontrar un lugar donde alojarse y recibir ayuda».
La cercanía de la Iglesia a las poblaciones afectadas
La Iglesia está poniendo en marcha sus estructuras caritativas para intervenir en favor de estas personas con «nuestros escasos recursos», y contando siempre con la ayuda de las iglesias hermanas, tranquilizó el obispo de Jérémie. Pero al mismo tiempo, «ofrecemos nuestras más profundas condolencias a todas las familias afectadas por las inundaciones. Estamos a su lado como Iglesia y siempre estaremos a su lado para acompañarlos, apoyarlos, ayudarlos a levantarse y seguir teniendo esperanza a pesar de todo». El coordinador del programa Cáritas Haití dijo que «muchas personas están llamando a nuestras puertas. Las oficinas diocesanas de Cáritas están a rebosar de peticiones, mientras que nuestros recursos son limitados. Intentamos hacer todo lo posible a nivel local con la red nacional, pero nuestras reservas están agotadas». También lanzó un llamamiento a la solidaridad con los colaboradores y Cáritas de las Iglesias hermanas.
En un país debilitado por sucesivas crisis socioeconómicas y políticas, y a menudo azotado por catástrofes naturales de gran magnitud, la Iglesia representa a menudo la única esperanza para las poblaciones desamparadas, desempeñando un papel sustitutivo en los ámbitos de la educación, la sanidad, la agricultura y el medio ambiente. Con el fin de ser más eficaces y servir a los más afectados, Mons. Decoste declaró también que Cáritas Jérémie, en colaboración con la organización caritativa estadounidense Catholic Relief Services, sigue recopilando información en las 58 parroquias de la diócesis para identificar a las familias afectadas y los problemas urgentes, con el fin de determinar el tipo de intervención necesaria.
Agravamiento de una situación ya complicada
Cuando Haití aún lucha por recuperarse de las secuelas de los terremotos del 12 de enero de 2010 y del 14 de agosto de 2021, así como de varios huracanes devastadores, estas dos recientes catástrofes no han hecho más que agravar las tragedias de una población que sufre desde hace varios años una ola de inseguridad sin precedentes, con bandas armadas que controlan el 80% del área metropolitana. «Desde hace cuatro años, el país está prácticamente sumido en la violencia de grupos fuertemente armados que aterrorizan, secuestran y piden rescate, impidiendo así a la población vivir en paz, tranquilidad y seguridad», ha declarado Monseñor Decoste.
La Iglesia está realmente preocupada por esta situación, sobre todo porque el gobierno, por su parte, no muestra ninguna voluntad política firme de intervenir adecuadamente para combatir esta violencia, que sin duda sirve a intereses económicos y políticos. En mayo, el Programa Mundial de Alimentos dio la voz de alarma sobre Haití, donde el 20% de la población está amenazada por el hambre y casi la mitad se encuentra en estado de inseguridad alimentaria.
El obispo de Jérémie también alertó de una triste realidad, que describió como una situación de «sauve-qui-peut» (es decir, «sálvese quien pueda»), en la que, debido a la inseguridad, la gente quiere marcharse a toda costa, mientras que nosotros tenemos un país que construir. También en este caso, recuerda que la Iglesia está al lado del pueblo: «la Iglesia no abandonará al pueblo de Jérémie, la Iglesia estará siempre al lado del pueblo haitiano para ayudarle en esta lucha por la dignidad, la paz y la justicia, y para que la esperanza triunfe sobre todas estas fuerzas de las tinieblas que quieren invadir el país».
Ante estas dos nuevas catástrofes devastadoras, es más necesario que nunca recordar las profundas palabras del Papa Francisco en las que pedía a la comunidad internacional «no dejar solo al pueblo haitiano que vive en condiciones extremas», y cuyo grito resuena con mayor urgencia si cabe.