Por P. Justo López Melús

Cuando en la parábola del buen samaritano, el sacerdote y el levita pasaron de largo, se podría pensar que creyeron más importante acudir pronto a Jerusalén para promover una manifestación contra la inseguridad de los caminos. Así atajarían de raíz el problema. Pero, mientras tanto, el pobre herido habría muerto, sin la intervención del samaritano.

El buen samaritano no pensó: “¿Qué me sucedería si me paro?”, sino, ”¿Qué le pasará al herido si no lo atiendo?” y pasó rápidamente a la acción. No se dejó atrapar por “la parálisis del análisis”. Ser cristiano es pasar del ser para sí mismo, al ser para los demás.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 4 de junio de 2023 No. 1456

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