Por P. Prisciliano Hernández Chávez, CORC.

Se vive un ambiente de criticismo descalificador de personas. Desde la subjetividad, la pasión y la ignorancia se daña la sana convivencia. Destacan los neofariseos, los impolutos que tienen por referencia a su propio ego y a sus planteamientos de religiosidad lineal; presumen su rectitud y miran con desprecio a quienes no comparten sus juicios. Constituyen la secta de los puros. Se sienten que nunca han cometido pecado. Que no son como los demás (cf Lc 18, 9-14).

El Papa Francisco aquella mañana del domingo 17 de marzo del 2013, celebraba su primera misa ‘coram populo’,-ante el pueblo, en la iglesia de Santa Ana de la Ciudad del  Vaticano. En su homilía destacó:

‘El mensaje de Jesús es la misericordia. Para mí, lo digo desde la humildad, es el mensaje más contundente del Señor’, en comentario al evangelio de san Juan,- sobre una mujer sorprendida en adulterio,  ‘ni siquiera yo te condeno; vete y, de ahora en adelante, no peques más’ (8, 11). Continúa el Papa, ‘también a nosotros, a veces, nos gusta condenar a los demás’; ‘cuando reconozcamos que somos pecadores, sabremos que Jesús vino por nosotros. En otro momento a una persona que reconocía que había hecho cosas graves; ‘(Jesús) se olvida, te besa, te abraza…El Señor jamás se cansa de perdonar’.

Hacia el 7 de abril del 2014 en la misa matutina de la Casa de Santa Marta, el Papa Francisco comenta:

’Dios perdona no con un decreto, sino con una caricia’.

En una conversación que tuvo el Papa Francisco con Andrea Tornielli de cara al Jubileo de la Misericordia (2015) convocado por el mismo Papa, nos abre su corazón para conocer el núcleo de su identidad como Pastor de la Iglesia Universal.

Así nos dice:

-‘La centralidad de la misericordia representa el mensaje más importante de Jesús, puedo decir que ha crecido poco a poco en mi vida sacerdotal como consecuencia de mi experiencia de confesor, de las muchas historias positivas y hermosas que he conocido’.

-‘La Iglesia muestra su rostro materno, su rostro de madre, a la humanidad herida.’

-‘Nuestra época es un kairós de la misericordia, un tiempo oportuno’, -tiempo de gracia.

– ‘San Juan XXIII, en la apertura del Vaticano II, dijo ‘que la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia en lugar de empuñar las armas del rigor’.

– ‘El beato Pablo VI, – hoy santo, revelaba el fundamento de su vida espiritual en la síntesis propuesta por san Agustín: miseria y misericordia. ‘Miseria mía y misericordia de Dios’.

– ‘San Juan Pablo II avanzó en este camino a través de la encíclica ‘Dives in Misericordia’-Rico en Misericordia, en la que afirmó que la Iglesia vive una vida auténtica cuando profesa y proclama la misericordia, el más maravilloso atributo del Creador y Redentor, y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia.’

-‘El Papa Benedicto XVI: ‘La misericordia es en realidad el núcleo central del mensaje evangélico-dijo-, es el propio nombre de Dios, el rostro con el que Él se reveló en la antigua Alianza y plenamente en Jesucristo, encarnación del amor creador y redentor’.

Este Papa Francisco incomprendido por quienes tienen la mentalidad sectaria de los impolutos, es el Papa de la Misericordia. Solo a partir de ella podremos tener la clave de su pontificado. Su lema episcopal y después papal ‘miserando atque eligendo’,-teniendo misericordia y eligiéndolo, hace referencia a un texto de San Beda el Venerable que comenta este pasaje de Mateo 9, 9-13: ‘Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo ‘Sígueme’.  Él se levantó y lo siguió’. Ante una mirada profunda, una llamada y una respuesta inmediata.

Ese es el estilo misericordioso de Jesús, este es el estilo del Papa, y debe ser el etilo de nosotros pastores y de todos los discípulos del Señor; ‘misericordia quiero y no sacrificios’, de Oseas (6,  3-6). El culto esencial a Dios es la misericordia. Los Diez Mandamientos son también expresión del amor misericordioso de Dios para mantener el orden y la justicia. Su misericordia no es un llamado al desorden; sino un llamado a nuestro mismo ser para ser los discípulos del Maestro de la Divina Misericordia.

Más allá del ‘superego’ freudiano que nos hace sentirnos con complejo de culpa está la misericordia sanante del Señor.

Para muchos será un escándalo la misericordia de Dios; para otros es nuestro remanso de paz, de alegría y para purificar nuestra memoria en su amor misericordioso para darle sentido a la esperanza en el horizonte de la vida.

 


 

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