Por P. Fernando Pascual
Llega una noticia: el gobierno ha construido en los últimos dos años 2000 edificios populares. Llega la contranoticia: el gobierno solo ha construido 500 edificios populares.
Otro ejemplo: en una guerra, avisan que el ejército de un bando ha bombardeado un barrio de civiles y matado a 50 personas. Luego llega el desmentido del otro bando: las bombas no eran “nuestras”, sino que se trataba de misiles antiaéreos de “los otros”.
Cuando encontramos este tipo de noticias y desmentidos, las reacciones son diferentes según quién diga una cosa y quién diga la contraria. Si sentimos simpatía por unos y antipatía por otros, creeremos normalmente a los primeros y mostraremos una especial desconfianza hacia los segundos.
Quienes no se inclinan hacia un lado o hacia el otro, pueden creer cada “noticia” conforme llega. Inicialmente, asienten a la primera información. Luego, a la segunda, y así giran según sopla el viento.
No faltan quienes, ante tantas noticias contradictorias, se colocan en una situación de escepticismo más o menos sistemático. Antes de aceptar cualquier nueva información, esperan las reacciones y los desmentidos, de forma que siguen abiertos a lo que se diga por parte de unos o de otros.
En un mundo donde ciertas informaciones corren como pólvora, no resulta fácil adoptar la actitud más correcta. Existe el riesgo de equivocarnos si aceptamos un “dato” como verdadero, o de equivocarnos si pensamos que sea falso.
Entonces, ¿qué hacer? Quizá sea de ayuda escuchar con calma lo que va llegando, sin pronunciarnos a favor o en contra. Basta con reconocer que acaban de decir que tal ministro cometió un fraude, y señalar quién lo dice y si lo hace con fundamento.
Luego llegarán nuevos datos, desmentidos, confirmaciones, noticias y contranoticias. Ante cada oleada de informaciones, siempre ayuda ver quién, cómo y por qué busca presentar como verdadero cada dato, para así tener elementos que nos permitan contextualizar lo que ahora se dice.
El paso del tiempo, esperamos, puede ayudar a disipar tinieblas, de forma que con un poco de paciencia lleguemos a distinguir entre humo y fuego, entre informaciones falsas y aquellas que nos acerquen, aunque sea un poco, a la verdad…