Por P. Fernando Pascual

En diversos momentos de la historia, hay gobiernos y grupos que han defendido y aplicado una tesis que merece ser analizada a fondo: para defender la seguridad de la gente, el Estado puede suprimir ciertas libertades y derechos.

La tesis implica varios aspectos. El primero: que algunas libertades pueden ir en contra de bienes importantes en la sociedad. El segundo: que esas libertades pueden provocar daños e ir en contra de la seguridad de otros o, incluso, del Estado o del mundo entero.

El tercero es más coyuntural: la situación presente (una guerra, una sequía, una epidemia, un gran conflicto entre grupos sociales) exige una intervención fuerte de las autoridades que implica la supresión de libertades.

Analizar estos y otros aspectos no resulta fácil, sobre todo porque existen diversas teorías sobre lo que el Estado pueda o no pueda hacer, sobre los derechos fundamentales que en teoría nunca podrían ser violados, y sobre el modo concreto de medir los riesgos que una situación concreta pueda provocar en la gente.

Pero lo que sí resulta fácil es identificar cómo en algunos momentos de la historia se ha incurrido en graves errores por los dos extremos: por radicalizar la intervención del Estado con la excusa de promover la seguridad, o por exaltar tanto la libertad que se han provocado enormes daños sociales en la gente.

Como ejemplos del primer extremo podemos recordar las terribles dictaduras de varios momentos de la historia, de modo especial las del nazismo y del comunismo. En nombre de la seguridad nacional, o de la revolución social, se impusieron límites a las libertades básicas a millones de seres humanos, algunos acusados simplemente de ser potencialmente peligrosos…

Como ejemplos del segundo extremo podemos recordar la apatía de ciertos gobiernos ante crisis económicas y su exaltación de la libertad en la economía, hasta el punto de no intervenir (o de hacerlo tarde y mal) cuando millones de seres humanos perdían su trabajo y carecían de los alimentos necesarios para su salud.

Encontrar un equilibrio entre libertad y seguridad no resulta fácil, y ha habido y hay peligros de errores y abusos en uno u otro lado. Basta con recordar algunas medidas tomadas (o no tomadas) durante los años de la así llamada pandemia de Covid-19.

Lo que sí resulta importante destacar, en un mundo en el que existen personas y grupos con un poder económico y político inimaginable en el pasado, es que debemos estar atentos para que, con la excusa de la seguridad (con sus respectivos apellidos: seguridad climática, seguridad ambiental, seguridad sanitaria, seguridad alimenticia, etc.) se tomen medidas que vulneren gravemente ese valor tan importante para la vida de cada ser humano: su libertad.

 

Imagen de jessica45 en Pixabay


 

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