Por P. Fernando Pascual
En ocasiones se percibe cómo algunos periodistas simplemente repiten, con matices y cambios más o menos personales, lo que les llega de las grandes agencias informativas.
Por ejemplo, las agencias informativas lanzan noticias como estas: “acaba de explotar un edificio en la capital”; “nueve casos de un extraño virus entre los jóvenes de tal provincia”; “expertos en finanzas avisan de un próximo hundimiento de tal banco”.
Se nota en seguida cómo algunos periodistas trabajen así: toman los “datos”, los enriquecen o complementan con ingredientes que permitan contextualizarlos según sus respectivos puntos de vista, y los relanzan a sus lectores, oyentes o telespectadores.
De este modo nos encontramos con periodistas que se han convertido en simples repetidores de lo que llega (con pequeños añadidos), como si se tratara de amplificadores que dan resonancia a las noticias “producidas” y difundidas por otros.
Pero surge la pregunta: ¿no sería parte de la tarea periodística preguntarse sobre la validez de algunos datos, y sobre la existencia de otros “datos” que han quedado relegados (a veces incluso ocultados) por las grandes agencias informativas?
No resulta fácil responder, entre otros motivos porque a un enorme número de periodistas les resulta muy difícil contrastar la noticia recién llegada. Y para la gran mayoría es casi imposible abrirse a otras informaciones que merecerían su atención para luego ser divulgadas.
Por lo mismo, al acceder a los diversos medios informativos, un observador atento notará en seguida cómo casi todos repiten los mismos datos, incluso en ocasiones las mismas apreciaciones o matices, con fórmulas casi copiadas de lo que prepararon las grandes agencias informativas.
Alguien comentaba que libertad de prensa no consiste en poder tener acceso a los mismos datos (informaciones) en un gran número de medios informativos, sino en contar con el acceso a dos o tres canales de información que tengan apreciaciones diferentes, si es que no contrarias.
Porque solo cuando ante un dato encontramos dos modos diferentes de analizarlo, o incluso un periodista que lo considera verdadero y otro que lo pone en duda, estamos ante un auténtico pluralismo, que desencadena en los lectores ese instinto de seguir buscando para avanzar, aunque sea un poco, en el conocimiento de hechos verdaderos y relevantes, para así lograr comprenderlos en su riqueza y complejidad.