Por José Ignacio Alemany Grau, obispo
Reflexión homilética para el 6 de agosto de 2023
De una manera u otra, todos buscamos en la vida el alimento diario para el cuerpo y, como una necesidad del alma, también buscamos novedad, noticias, seguridad… muchas cosas que el alma que todos tenemos, aunque algunos la nieguen, necesita.
Dios ha proveído todo lo que necesitamos a lo largo de la historia de la humanidad.
Isaías
De una manera no fácil de entender, Dios nos invita a comer y a beber gratuitamente:
«Sedientos todos, acudid por agua. También los que no tenéis dinero, venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos, inclinad el oído, venid a mí: escuchadme y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua».
El alimento de Dios busca siempre la alianza de la criatura con el Creador a través de su Palabra.
Salmo 144
El salmista nos presenta a Dios generoso que alimenta abundantemente a todos:
«El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.
Los ojos de todos te están aguardando, tú le das la comida a su tiempo, abres tú la mano y sacias de favores a todo viviente».
San Pablo
El apóstol nos habla hoy de la seguridad que tiene en la fidelidad de su amor a Dios.
Dios se ha ganado plenamente el corazón de Pablo y él vive de Dios y para Dios. Meditemos estas palabras y ojalá podamos hacerlas nuestras:
«¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo?».
A continuación, Pablo pone una lista de posibles cosas que podrían apartarnos de Dios:
«¿La aflicción, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?»
Que, a nosotros, como a Pablo, se nos haga fácil la respuesta sincera:
«En todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado».
Es en el amor de Cristo hacia nosotros, más que el amor nuestro hacia Él, en el que depositamos nuestra seguridad.
Verso aleluyático
Precisamente es en este versículo donde encontramos la clave del mensaje de este domingo:
«No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».
Evangelio
Cuenta San Mateo que, al enterarse Jesús del martirio del Bautista, se fue a través del lago, a un lugar tranquilo. En realidad, no había lugar tranquilo para Él. La multitud lo siguió por tierra y Él, en vez de molestarse, empezó a curar. La gente se aglomeraba en torno al Maestro y se hizo tarde.
Los discípulos, pensando en el hambre, la noche y en tantas personas, le piden a Jesús que los despida para que vayan a buscarse de comer.
Jesús, siempre misericordioso y, además, poderoso, les dice: «Denles ustedes de comer».
Como solo contaban con cinco panes y dos peces, posiblemente se aseguraban con ello la comida para el grupito. Jesús les pide lo que tienen y manda sentarse a la gente.
Entonces, «tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos y estos a la gente».
Aquella tarde se saciaron todos, «unos cinco mil hombres sin contar mujeres ni niños» y sobraron doce canastos de trozos de pan.
De esta manera Jesús saciaba a la multitud con su palabra, evangelizando, y con su poder dando de comer en abundancia.