Por P. Prisciliano Hernández Chávez, CORC.

La Historia de la Salvación en la cual está implícita la Historia de la Humanidad, desde los inicios hasta su consumación en el tiempo, posee dos orientaciones fundamentales: Dios que se ha empeñado en hacer partícipe al ser humano de su felicidad, de su amor generoso y oblativo, y el ser humano que se resiste a esta invitación. Es el drama de Dios y del hombre. El rechazo de Dios y el amor egoísta a sí mismo, hasta el rechazo de los demás.

Al finan vence la Mujer, aliada de Dios: no triunfa ni el egoísmo, ni el odio, sino el amor de Dios por el ‘Sí’ de la Santísima Virgen María.

La Mujer del Apocalipsis (Ap 12 1, ss) es el criterio de la Historia y la clave del discernimiento feliz. Al final las posturas materialistas y anticristianas, no van a triunfar. El dragón que personifica las grandes dictaduras y las ideologías que se oponen a honrar a Dios y a cumplir sus mandamientos, habrán de fracasar. No importa su fuerza propagandística ni sus atractivos consumistas y hedonistas.

Dios ha triunfado por medio de su Hijo en la cooperación de la Santísima Virgen María, quien vive plenamente para Dios. Ella invadida por la luz de Dios coronada con las estrellas de las Doce tribus de Israel, que implican al Pueblo de Dios; Ella pisa la luna imagen de la muerte, Ella vestida de la vida y de la gloria.

María es esa mujer vestida de sol, signo del triunfo del Señor, del triunfo del Amor. También esta mujer es la Iglesia que sufre a través de la peregrinación de la Historia; ella da a luz a Cristo en los cristianos, por la Palabra y los sacramentos, perseguida por el dragón.

Esta fiesta de la Asunción de María es la invitación perenne a imitar a la Santísima Virgen María, como fieles servidores del Señor y como hijos de esta excelsa Madre, pues Ella es el anticipo y la imagen de la perfección que alcanzará la Iglesia.

Esta fiesta es la fiesta de la alegría porque es la fiesta del triunfo del Señor. Ella nos enseña a que el amor es más fuerte que la muerte.

Ella, María Santísima asunta en cuerpo y alma, es la Mujer bendita entre todas las mujeres benditas, garantía y consuelo para todos los fieles devotos y creyentes.

 

Imagen de Rafael Díaz en Cathopic


 

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