Editorial

Contra la globalización de la solidaridad que pedía el papa san Juan Pablo II, hemos globalizado la indiferencia. El asunto no es menor. Los niños están siendo esclavizados por mentes criminales para hacer de ellos una máquina sexual o una pieza de recambio para otros criminales que los usan para satisfacer sus más bajos instintos. Peor que las bestias.

Los primeros ocupan cargos súper importantes. Y en nombre del “progresismo” le quitan a la infancia lo mejor que tiene: la ingenuidad, el ver al mundo con ojos limpios, con una mente dispuesta al juego, a la libre imaginación y a la estupenda condición del asombro. Los segundos son unos impresentables, unos mercaderes y unos compradores de sexo que apestan el lugar en que viven en esta tierra.

Hay cerca de 50 millones de pequeños en condiciones de esclavitud en el mundo. El Observador ha hecho un esfuerzo en este número que el lector tiene en sus manos para poner sobre la mesa el drama. Cuando la infancia es abolida o ultrajada, es imposible pensar en el futuro promisorio de la humanidad.

México no está exento. La Fundación Freedom nos recuerda que, en lugares de playa, entre los niños migrantes, entre los de la calle y los robados, el abuso es brutal. Pero también nos pone alerta en algo extremadamente significativo: que muchas de las aberraciones sexuales contra los menores, sobre todo las niñas, ocurren en casa, entre la parentela, con personas conocidas. ¡Cuánta podredumbre se acumula en el sustrato social de nuestro país! El tejido está roto. La indiferencia también es criminal.

Ahora que están de vacaciones y prontos a regresar al cole: ¿no podríamos hacer un acto de amor hacia ellos y protegerlos confiando a Dios y a nuestros cuidados la riqueza de su inocencia?

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 20 de agosto de 2023 No. 1467

Por favor, síguenos y comparte: