Por P. Fernando Pascual
El análisis fluía con observaciones de gran interés. El articulista supo identificar factores importantes en la marcha de aquella guerra que pocos habían señalado con tanta agudeza.
De repente, una frase parece romper con la brillantez del texto: “En pleno siglo XXI, ya nadie podrá sostener que las guerras se ganan con astucia. Lo fundamental, en asuntos militares, gira siempre en torno al dinero”.
La observación es sugestiva, y muchos la compartirán. Pero, ¿seguro que nadie en el siglo XXI dirá que las guerras se ganan con astucia?
Alguno podría responder que solo inexpertos o poco competentes podrían decir que la astucia tiene peso decisivo a la hora de determinar quién gana o quién pierde una guerra.
Pero el punto está en que sigue siendo posible, en el siglo XXI como en el pasado, encontrar a quienes digan precisamente eso, sean o no sean incompetentes.
En otras palabras, un estudioso que desee de verdad corregir errores y ofrecer perspectivas mejores para comprender cualquier tema, si ama la verdad tendrá que reconocer que puede haber personas que digan lo que para él resultaría ya totalmente “superado”.
Es bueno, al hablar y al escribir, tener esa apertura mental para no suponer que una idea no podría ser sostenida por otras personas, aunque se trata de una minoría exigua y marginal, y para evitar generalizaciones que no corresponden a la inmensa complejidad humana.
Porque en el horizonte de las opiniones humanas, todavía hay quienes niegan lo que para muchos sería algo “innegable”.
Las opiniones de algunas minorías muestran cómo, en el ser humano, por motivos diferentes, existe una apertura interior que permite sostener lo blanco y lo negro, lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso.
Desde luego, lo falso será falso siempre, ayer como mañana, lo afirmen tres personas o cien millones de personas.
Pero que lo falso sea falso no convierte en verdadera esa afirmación extraña que todavía muchos repiten con sorprendente seguridad: “a partir de tal año (o tal siglo) resulta imposible afirmar tal teoría”.
Es mucho más correcto, y señal de que un estudioso reconoce la complejidad del mundo humano, simplemente afirmar: “casi nadie podrá sostener actualmente esta tesis, aunque resulta posible que alguna minoría la defenderá en el presente o incluso en el futuro”.