Por: Mary Velázquez Dorantes

San Miguel Arcángel es uno de los siete arcángeles que Dios nos ha concedido, generalmente es representados como un soldado centurión que representa a la Milicia Celestial; también ha sido llamado “Príncipe de los espíritus celestiales”, y aparece como la figura que somete al demonio Lucifer, amezandole con su espada y traspasándolo con su lanza. Este arcángel encadena al demonio y lo envía al abismo del infierno. Se trata de una figura central para el cristiano católico porque desde los primeros apuntes de la iglesia primitiva se venera porque Dios le concedió la fuerza para derrocar a Satanás, además de haber sido el defensor de los primeros cristianos quienes se enfrentaban a grandes persecuciones. Otra de las funciones que este arcángel cumple es el alejamiento de los poderes del mal cuando estamos en agonía.

UN PROTECTOR

Desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento San Miguel Arcángel es una figura importante, dado que ocupa un lugar importante. Su nombre significa <Quién como Dios>, su celo y fidelidad hacia Dios lo representan en la corte celestial, se le conoce como un ser con valentía, fortaleza y defensor de su Creador, la legión de ángeles le obedecen. En la tradición hebrea él aparece como un guardián protector, un príncipe que defiende al pueblo; es el ángel que camina delante el pueblo en el libro del Éxodo. Nuestros hermanos judíos observan a San Miguel Arcángel como un defensor de su sinagoga y como el protector de sus enemigos. Se trata de un arcángel que libra una batalla victoriosa contra Satanás incluyen a otros ángeles que se han rebelado contra Dios, es por ello que es llamado el Guardián de la Iglesia.

EL ADORADOR PERPETUO

De acuerdo con la tradición cristiana, San Miguel Arcángel nos enseña un culto de adoración a la Santa Eucaristía, dado que él se rinde en adoración perpetua ante el Altísimo, el incienso que nosotros vemos en la misa dominical de medio día simboliza como esta figura lleva el copón de incienso y permanece de pie frente al altar. Es un arcángel cuya obediencia, amor e inspiración por Dios se manifiesta arrodillado ante la Santa Eucaristía. Es por ello que la oración escrita por el Papa León XIII debe realizarse de manera obligatoria después de la celebración eucarística.

EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE

La agonía del ser humano produce angustia, temor, incertidumbre. San Miguel establece una relación con los hombre en el misterio de la muerte, él se convierte en un defensor de nuestra alarma y nos asiste para alcanzar una muerte santa. Acompaña a las almas de los elegidos para que comiencen el proceso de separación con la vida terrenal. Es la custodia del paraíso que se nos ha prometido y quien se encomiende a su misión será guiado hasta este. Además es el intercesor directo para iniciar un diálogo de reconciliación con Dios, nos ayuda a librar la última batalla en este mundo, le da fortaleza a nuestro espíritu, y siendo moribundos nos protege de toda acechanza maligna.

ORACIONES QUE LO INVOCAN

Una de las oraciones más importante para la invocación a San Miguel Arcángel es aquella que el Papa León XIII escribió luego de ver demonios y oír los crujidos de Satanás, se trata de una ración corta pero muy eficaz :

«San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén.»

También existe la novena a San Miguel Arcángel que comienza nueve días antes del 29 de septiembre y se puede acompañar con la coronilla a San Miguel, se trata de nueve salutaciones o plegarias que corresponden a los nueva coros de los ángeles. En la hora del peligro, la tentación o la muerte se pueden realizar estas oraciones sin temor a no ser escuchados y asistidos por este protector.

En algunas partes del mundo también se la ha nombrado el Patrono de la Infantería y los ejércitos, así como Patrono de los paracaidistas. No debemos olvidar que se trata de una de las figuras más importantes y es un modelo angelical que nos puede inspirar las virtudes de un guerrero para librar nuestras batallas espirituales.

 

 

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