Por P. Fernando Pascual

El precio de esa tetera se había mantenido estable durante varias semanas. Un buen día descubrimos que deja de costar 40 y que ahora se vende por 25.

La mente interpreta espontáneamente esta noticia: si compro ahora la tetera ahorraría 15.

La realidad es que, si no necesito esa tetera, comprarla ahora significa lo contrario de ahorrar, pues perderé 25…

Desde luego, si necesito la tetera, comprarla en rebajas o en oferta será, ciertamente, un ahorro.

Lo que pasa es que muchas veces las rebajas nos atraen con el engaño de que vamos a ahorrar, cuando ciertas compras de productos baratos se convierten en una pérdida.

Aprender a administrar bien el propio dinero implica tener claras las propias necesidades y contabilizar bien lo que realmente tenemos a nuestra disposición.

Si evitamos compras no necesarias, si compramos lo necesario a buen precio, nuestro dinero rendirá mejor y estaremos en condiciones para usarlo sabiamente.

El uso sabio del dinero permite, además, abrirnos a tantas necesidades de otros. A veces se trata de un familiar en apuros, que espera con ansiedad una tabla de salvación, una ayuda urgente.

Otras veces se trata de personas necesitadas en el barrio, la ciudad, o en otros lugares, a las que podemos ayudar directa o indirectamente.

Un buen uso del dinero, con ahorros inteligentes, nos abrirá a espacios buenos de solidaridad, de altruismo, de servicio, porque descubriremos que es posible vivir con lo necesario (comprado a buen precio), y tener disponible lo realmente ahorrado para la ayuda de los que más lo necesitan.

 

Imagen de Kasjan Farbisz en Pixabay


 

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