Por: Juan Diego Camarillo
El 20 de noviembre de 2023 marcó la 35ª Asamblea Diocesana de Pastoral en Querétaro, cuyo escenario cambió a Amealco este año. La nueva sede, elegida con la intención de exponer las tierras a representantes parroquiales, albergará «La Casa de la Espiritualidad ‘El Buen Pastor’», un espacio de 26 hectáreas destinado a retiros espirituales.
La asamblea, dentro de su andar pastoral, abordó la primera fase de la evaluación del plan diocesano de pastoral, ejecutado de 2017 a 2025 en Querétaro. La próxima actualización abarcará los años 2025-2033.
Monseñor Fidencio López Plaza, considerando estos aspectos, se dirigió a prelados y fieles presentes. Su homilía, a continuación:
Hermanos sacerdotes, hermanas y hermanos de vida consagrada, así como hermanas y hermanos de los Consejos Parroquiales de Pastoral, sean bienvenidos todos a esta trigésima quinta Asamblea Diocesana de Pastoral. Dios nos ha traído en este día y a este lugar para preguntarnos: «¿Qué quieres que haga por ti?» o en plural, «¿Qué quieren que haga por ustedes?» Considero que esta será la pregunta que el Buen Pastor hará en adelante a todos los que vengan a esta casa de comunión: ¿Qué quieres que haga por ti? Él siempre tendrá oídos para escucharnos, una palabra para iluminarnos y un remedio para sanarnos de nuestras cegueras.
En este sentido, San Marcos, en el capítulo 10 de su Evangelio, pone en labios de Jesús la misma pregunta dirigida primero a los hijos del Zebedeo y luego al ciego Bartimeo: «¿Qué quieres que haga por ti?» Jesús quiere que sus discípulos tengan claro el objetivo. Para que no quede duda, nos pone dos ejemplos: los dos discípulos piden ser los primeros, concédenos sentarnos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda. Luego entienden que estaban equivocados, mientras que Bartimeo solo desea: «Señor, quiero ver». Los primeros representan a quienes buscan intereses personales que no coinciden con el plan de Dios, y Bartimeo representa a quienes están al margen del camino gritando: «Jesús, Hijo de David, compadécete de mí».
Cuando son escuchados, dejan el manto, se ponen de pie, recobran la vista y, de estar sentados en el camino, se convierten en seguidores de Jesús, que es el camino, la verdad y la vida. Aquí, a la luz de la Palabra de Dios y de la realidad que estamos viviendo, Jesús se dirige a cada uno y a todos nosotros: «¿Qué quieres que haga por ti?» ¿Qué quieren que haga por ustedes? Aquí siempre encontraremos al Buen Pastor dándonos salvación, consuelo y enseñándonos a dar, porque el Buen Pastor es el que da.
Sobre esto, a la manera del ciego Bartimeo, les comparto cinco breves súplicas o respuestas a la pregunta que Jesús nos hace: «¿Qué quieres que haga por ti?» ¿Qué quieren que haga por ustedes?
Primera súplica: Queremos ver salir y ponerse de pie a los que padecen la enfermedad del encerramiento. Queremos ver pasar a esta generación del yo al tú y del tú al nosotros. Queremos ver a los nuevos habitantes del estilo de vida sinodalidad, liberados del miedo a romper el cascarón y salir al encuentro de los hermanos, descubriendo en cada uno la imagen de Dios. Y que despierte la necesidad de vivir la fe en comunidad.
En este viaje de yo al tú y del tú al nosotros, encontramos el remedio para salir del individualismo y la autorreferencialidad que el Papa Francisco describe como la enfermedad típica y más grave de una iglesia encerrada, que engendra la mundanidad espiritual del clericalismo. Son expresiones de una tremenda corrupción que solo puede evitarse poniendo a la Iglesia en movimiento, en salida de sí, en misiones de Jesucristo y de entrega a los pobres, como afirma el Papa en el hermoso documento «La alegría del Evangelio».
Segunda suplica: Queremos ver a los Consejos Parroquiales de Pastoral como ojos, oídos, manos y pies de Dios al servicio de los hermanos. Consejos parroquiales de pastoral en los que no falte la frescura, la alegría y la fuerza transformadora de los jóvenes. Consejos que sean ojos para ver el rostro de nuestros hermanos sufrientes, oídos para escuchar sus gritos, pies para caminar hacia ellos, manos para construir la iglesia, casita sagrada, y corazón abierto para llevar vida a todo el cuerpo y discernir en comunión qué hacer y cómo hacer la voluntad de Dios en cada una de las parroquias y comunidades que Dios nos ha confiado.
Tercera súplica: Queremos ver a la Iglesia samaritana y hospital de campaña que escucha y siente en carne propia el sufrimiento de muchos hermanos que gritan como Bartimeo al borde del camino: «Jesús, Hijo de David, compadécete de nosotros». Hay muchos enfermos, hermanos y hermanas, demasiados golpeados, heridos y medio muertos que están esperando el auxilio de un buen samaritano. Queremos ver pasar de nuestra vida la indiferencia del rico Epulón y ver aparecer la benevolencia del Buen Samaritano en todos los rincones de nuestra Iglesia Diocesana.
Cuarta súplica: Queremos ver el paso del individualismo egoísta a la cultura del encuentro. Queremos propiciar la cultura del encuentro, que significa establecer círculos concéntricos que van de la comunión eclesial a la fraternidad universal. Al engranaje social en el que la Iglesia puede derramar el óleo de su unidad y de su caridad, porque lo lleva en su propia identidad. La fe solo se hace cultura si esta es, en sí misma, cultura del encuentro, que abraza toda cultura, sirve al encuentro de todos los hombres y busca el encuentro entre todas sus tradiciones y movimientos culturales y sociales.
Quinta súplica: En fin, hermanas y hermanos, hemos venido aquí para escuchar a Jesús que nos pregunta una y otra vez: «¿Qué quieres que haga por ti?» ¿Qué quieren que haga por ustedes?» y responder de la manera de Bartimeo: «Señor, queremos ver». Queremos ver este espacio transformado en una verdadera casa de comunión, la casa de todos en un monte Tabor y en un taller de sinodalidad que se manifieste en cada letra de la actualización de nuestro plan diocesano de pastoral que hoy comenzamos.
Que nuestro querido padre, San José, y nuestra querida madre, en su advocación de los Dolores, nos custodien y nos acompañen en esta nueva etapa evangelizadora que hoy comenzamos y pongamos en el corazón de Jesucristo, el Buen Pastor.
Termino esta breve reflexión con la oración que el Papa Francisco nos ha encomendado hacer, para pedir a Dios el don y el coraje de vivir la sinodalidad:
«Ven, Espíritu Santo. Tú que suscitas lenguas nuevas y pones en los labios palabras de vida, líbranos de convertirnos en una Iglesia de museo, hermosa pero muda, con mucho pasado y poco futuro. Ven en medio nuestro, para que en la experiencia sinodal no nos dejemos abrumar por el desencanto, no diluyamos la profecía, no terminemos por reducirlo todo a discusiones estériles. Ven, Espíritu Santo de amor, dispón nuestros corazones a la escucha. Ven, Espíritu de santidad, renueva al santo Pueblo fiel de Dios. Ven, Espíritu creador, renueva la faz de la tierra.”
Amén.
Que así sea.
✠ Mons. Fidencio López Plaza
X Obispo de Querétaro
*Transcrita íntegramente por El Observador de la Actualidad.