Por P. Eduardo Hayen Cuarón

¿Puede ser padrino de bautismo una persona homoafectiva? Sí, porque ser homosexual no es pecado, y mientras no se viva una vida escandalosa, la persona puede vivir una vida cristiana coherente. De hecho, hay personas homoafectivas que llevan una vida cristiana ejemplar, realizan la voluntad de Dios en sus vidas y saben unir su condición a la Cruz del Señor (Catecismo 2358).

¿Pueden ser padrinos de bautismo dos personas del mismo sexo que conviven en una relación estable? No. El Código de Derecho Canónico pide que haya un padrino y una madrina, o uno de los dos. Los padrinos hacen las veces del padre y de la madre. Dos personas de mismo sexo no pueden hacer estos roles.

¿Puede ser padrino de bautismo una persona homoafectiva que convive con su pareja? Tampoco. Dice el Derecho Canónico: Para ser padrino hay que ser católico, estar confirmado, haber recibido ya el santísimo sacramento de la Eucaristía y llevar, al mismo tiempo, una vida congruente con la fe y con la misión que va a asumir. Así como una persona que vive en adulterio no puede apadrinar, tampoco quien convive con su pareja homoafectiva.

¿Puede una persona transexual ser padrino de bautismo? No, por las condiciones que señala el párrafo anterior. En 2015 Doctrina de la Fe ya había respondido negativamente. Es un punto controvertido ya que monseñor Fernández –el actual Prefecto– dice que sí. La pregunta es: ¿si la persona transexual es biológicamente un hombre, ¿la parroquia debe registrarlo como el padrino o como la madrina? Si lo registra como padrino, sería contrario a la voluntad del transexual ya que éste no se autopercibe como varón; y si lo registra como madrina, la Iglesia caería en la trampa de la ideología de género, la cual es anticientífica, antihumana y anticristiana.

¿Puede ser bautizada una persona transexual? Este es el punto más controvertido sobre lo que respondió Doctrina de la Fe (monseñor Fernández). Él dice que sí mientras no haya escándalo en la comunidad. Y hace alusión a que el bautismo imprime carácter sacramental, aunque no confiere la gracia mientras no haya arrepentimiento de los pecados. Sólo con el arrepentimiento la persona bautizada recibe la gracia santificante, lo que podría ocurrir después de su Bautismo.

Pero ¿acaso bautizamos los párrocos a parejas que viven en unión libre cuando ellas lo desean, a fin de que cuando se arrepientan y se casen llegue a ellos la gracia santificante, o mejor esperamos a bautizarlos hasta que hayan recibido la formación necesaria para recibir sus sacramentos? Es obvio que aplazamos el bautismo para estas parejas hasta que estén dispuestas.

Los sacramentos de iniciación cristiana deben recibirse con arrepentimiento. Para hacer la Primera Comunión o recibir la Confirmación se exige antes el sacramento de la Confesión. En el caso del Bautismo no hay confesión previa porque el Bautismo borra los pecados. Es una práctica de la Iglesia que una pareja que convive en unión libre o en unión ilegítima no puedan acceder a los sacramentos de iniciación cristiana. Por eso los ritos contienen el interrogatorio: «¿Renuncias a Satanás? ¿Renuncias a todas sus obras? ¿Renuncias al pecado?»

Si una persona que vive en pecado pide el Bautismo y no está dispuesta a cambiar de vida, ¿cómo se puede bautizar? Si pide la Confirmación o la Comunión una persona no arrepentida, ¿cómo puede recibir estos sacramentos? Cuando alguien se confiesa y no da señales de abandonar el pecado, de hecho, se le niega la absolución. La gracia santificante y el pecado mortal no pueden cohabitar en una misma persona.

El transexualismo es un pecado cuando la persona niega la naturaleza con la que Dios la creócuando reniega de la creación original de Dios. Sin embargo, el transexualismo puede deberse a la disforia de género, la cual es un trastorno disociativo entre el cuerpo biológico y la identidad de género, y que tiene su curación a través de un proceso de psicoterapia. Conviene entonces acompañar a la persona transexual en un proceso de autoaceptación para que viva conforme a su propia naturaleza biológica. Habrá que revisar las condiciones morales particulares de la persona transexual para admitirlo al bautismo –evitando el escándalo– o aplazarlo.

La idea de que los sacramentos no deben negarse a nadie –principalmente el Bautismo– contradice la Tradición Apostólica, ya que en los primeros siglos del cristianismo se hacía un examen riguroso de la vida de los catecúmenos y, si existían dudas sobre la vida moral de la persona, se aplazaba la recepción del sacramento.

No dejemos de orar por la Iglesia, por el papa y por quienes colaboran con él. Son tiempos difíciles, confusos. Lo dijo el cardenal Robert Sarah: «La crisis de la Iglesia ha entrado en una nueva fase: la crisis del Magisterio».

 

Blog del padre Hayen


 

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