Estimados hermanos y hermanas en Cristo. La reciente declaración emanada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que lleva por nombre Fiducia Supplicans. Que no es una encíclica, no es una exhortación apostólica, no es un motu propio. Es una orientación pastoral. Afirma con toda claridad que son inadmisibles ritos y oraciones que puedan crear confusión entre lo que es constitutivo del matrimonio. Como unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer naturalmente abierta a engendrar hijos. Esta convicción está fundada sobre la perenne doctrina católica del matrimonio. Sólo en este contexto, las relaciones sexuales encuentran su sentido natural, adecuado y plenamente humano. La Doctrina de la Iglesia sobre éste se mantiene firme.

La bendición que puedan pedir personas en situaciones irregulares, la Iglesia la otorga como un gesto de cercanía y acompañamiento para ayudarles a madurar y crecer en la fidelidad al mensaje del Evangelio. Liberarse de sus imperfecciones y fragilidades. Y expresarse en la dimensión siempre más grande del amor divino. Por tanto, si bien, no se puede bendecir ritualmente uniones que contradigan las doctrinas sobre el matrimonio, sí se pueden ofrecer oraciones no litúrgicas a quienes las soliciten con espíritu de fe y apertura, sin ánimo de legitimar situaciones irregulares. Sino como expresión de la misericordia pastoral de Cristo de la Iglesia hacia una persona.

Expresamos como episcopado mexicano nuestra comunión con el Magisterio de la Iglesia. Siguiendo sus orientaciones para favorecer la caridad pastoral en el anuncio del Evangelio, y exhortamos tanto a los sacerdotes y agentes de pastoral, como a los fieles en general a no generar confusión, ni desvirtuar el sentido pastoral de lo que está pidiendo el Papa Francisco, es decir, una actitud de acogida, cercanía y discernimiento ante quienes soliciten una bendición, guiándoles con delicadeza, firmeza y claridad en su camino para cumplir la voluntad de Dios en sus vidas.

La Iglesia recuerda que Dios mismo no deja de bendecir a cada uno de sus hijos peregrinos en este mundo, porque para Él somos más importantes que todos los pecados que nosotros podamos hacer, pero no bendice ni puede bendecir el pecado, bendice al hombre pecador para que se reconozca como parte de su designio de amor y se deje cambiar por Él. Él, de hecho, nos toma como somos, pero no nos deja nunca como somos.

Que Jesús buen pastor y Santa María de Guadalupe nos guíen en el anuncio del Evangelio con amor a todos, ánimo.

Conferencia del Episcopado Mexicano

 

Imagen de Juan Diego en Cathopic


 

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