Por Mary Velázquez Dorantes

La Virgen de la Dulce Espera es una advocación mariana que nos ayuda a reflexionar el mensaje de Jesús por nacer. Nos muestra a la Virgen María embarazada. Se trata de una advocación que ha sido abrazada por las mujeres embarazadas o aquellas que buscan tener un hijo. Sin embargo, en estos tiempos también nos ayuda a prepararnos sobre el nacimiento del hijo de Dios; permite a las familias reflexionar sobre este gran milagro de la concepción. Su devoción fue establecida el día octavo antes navidad en el concilio de Toledo en el año 656.  Y el día 18 de diciembre es la fecha que se estableció para celebrar a la Virgen de la Dulce Espera.

Las primeras comunidades cristianas también aprovechaban los días antes para Navidad para recordar y celebrar la gestación de Jesús en el vientre de María y reflexionaban el hecho de “esperar”. ¿Cuántos de nosotros nos mostramos desesperados por la realidad que nos embarga? ¿Cuántos sentimos desfallecer ante los retos de la vida? ¿Cuántos no encontramos un consuelo que nos haga sentirnos vivos? Pues a través de esta advocación se reflexiona cómo la Virgen María tuvo una dulce espera: con miedos, con retos, con un panorama difícil, con una experiencia humana como la nuestra. Sin embargo, ella tenía un motivo de esperar, y siendo Madre nos invita a sentirnos acompañados por Aquel que ha de nacer y que se vuelve símbolo de esperanza: Jesús.

En esta Navidad podemos invocar a la Virgen de la Dulce Espera para que nos enseñe a enfrentar la vida como ella lo hizo; para que aprendamos a confiar en su Hijo que viene en camino. Las oraciones Marianas nos ayudan a entrar en un tiempo de confianza, de fe, de reconciliación, pues la venida de Jesús es un mensaje donde todo basta. María nos enseña que podemos siempre esperar con la mirada en Jesús, nos enseña que Dios Padre nunca abandona por más extraños que parezcan los planes. Nos habla del misterio de la encarnación, pero también del gran regalo de la vida.  Esperar significa abandonarse por completo al Señor.

Desde el punto de vista teológico, la Virgen de la Dulce Espera también nos enseña que María es madre de toda la humanidad, que nos prepara para tener un encuentro con su Hijo. Es por ello que muchas personas comienzan la Novena a esta advocación para que la Natividad sea un renacer con Jesús y nosotros también sintamos que somos hijos de María. Tanto la novena como el rosario a esta advocación, nos permiten la gratitud y la esperanza. Muchos hogares de América Latina realizan esta novena previa a celebrar Navidad.

Durante los nueve días se reflexiona sobre el regalo de la vida, el servicio a la vida, las maravillas de Dios en nuestra vida, el regalo que Jesús nos da con María como madre y, por supuesto, la intercesión de la Virgen para que las mujeres se vuelvan Madres.

Aquí te compartimos una pequeña oración que puedes hacer antes de Navidad:

María Santísima, Madre de Jesús y Madre nuestra, sabemos que nos acompañas en el camino de la vida intercediendo por nosotros y por nuestras necesidades, danos un corazón fuerte y generoso. Gracias porque cada uno de nosotros somos participes de la vida de Dios.

Te pedimos que nos enseñes a respetar, proteger y defender la vida, especialmente la más débil e inocente. Inspira y protege especialmente a aquellos hombres y mujeres que condicionados por el medio y las circunstancias que los rodean, no llegan a ver que la vida es siempre un bien. Que ellos sepan que “Ninguna cosa es imposible para Dios” y se entreguen con confianza a su providencia benévola. Bendícenos y guíanos en este camino para poder florecer en virtud y santidad. Confiamos en tu intercesión y esperamos con fe que Jesús nos conceda lo que pedimos.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 17 de diciembre de 2023 No. 1484

Por favor, síguenos y comparte: