Por Jaime Septién

“Adviento significa levantarse, despertar del sueño y dejar atrás la noche”. Son palabras del cardenal Joseph Ratzinger que forman parte del hermoso libro de Editorial Herder El resplandor de Dios en nuestro tiempo (Meditaciones sobre el año litúrgico). Es Benedicto XVI en estado puro: un teólogo brillantísimo que supo aterrizar su pensamiento a la altura del católico que busca con ahínco instruirse y embellecer su mundo a través de la fe.

Tres momentos explican este pasaje encerrado en una noción muy propia de Ratzinger: “buscar lo de arriba”. El primer momento es “levantarse”. El que yace en el suelo, en la cama, en la vida, es como si estuviera jalado hacia abajo, hacia la oscuridad sin límite del fondo de la tierra. Un esfuerzo es ponerse de pié, abandonar el lecho que cobija la tristeza, la desesperanza, el miedo.

El segundo momento es “despertar del sueño”. No es lo mismo levantarse que despertarse. Hay quienes seguimos dormidos aunque vayamos por la vida haciendo mil actividades. Lo que se nos pide en el Adviento (y en toda etapa del año litúrgico, pero especialmente en esta) es salir de nosotros, encontrarnos con la realidad, perdonar, reconciliarnos con nuestro pasado, buscar a Jesús en lo pequeño y en lo inmenso.

Y, finalmente, el tercer momento: “dejar atrás la noche”. Ha irrumpido la aurora. Mirando hacia arriba descubro que el alma no tiene límites, que la alegre mañana ha rejuvenecido al mundo y con el mundo me ha rejuvenecido a mí. No con esa juventud de los ególatras, sino con la juventud verdadera: la de quien ama.

“Despertar para Dios y para los demás hombres —concluye el cardenal Ratzinger—: ese es el tipo de vigilia al que se refiere el Adviento; la vigilia que encuentra la luz y hace que el mundo se vuelva más luminoso”.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 17 de diciembre de 2023 No. 1484

Por favor, síguenos y comparte: