Por Mary Velázquez Dorantes

Narrar la Navidad es una tarea asombrosa, la mayor parte de los escritos, bíblicos y teológicos, coinciden en que María y José viajan a Belén para empadronarse y, durante ese viaje, la Virgen María se puso en parto, dando a luz en un lugar improvisado al Mesías anunciado en el Antiguo Testamento. En el siglo XIX la mística Ana Catalina Emmerick, llevó consigo los estigmas de la Pasión de Cristo y Dios le detalló algunas revelaciones del nacimiento de Jesús y sus primeros años de vida. En su diario relata episodios claves para comprender el misterio del nacimiento del Hijo de Dios, señalando cómo Herodes siempre se comportó como un sanguinario que durante sus últimos días hizo mucho daño. Bajo este contexto Jesús nació entre el año treinta y cuatro del reinado de Herodes. La mística revela que el nacimiento de Jesús tuvo lugar en un año judío de trece meses, por arreglo de otros años que fueron bisiestos. Catalania Emmerick fue beatificada en 2004 por Juan Pablo II y a continuación describiremos cuatro momentos revelados del nacimiento del Hijo de Dios.

LA NATURALEZA TAMBIÉN LO ADORÓ

Las revelaciones fueron detalladas para la beata y escribió cómo las flores, las plantas, los árboles tomaron un nuevo vigor y verdor. Cada uno de éstos esparcía su aroma, lindas fragancias y perfumes emanados de la naturaleza. El cielo tenía un color rojo oscuro sobre Belén, mientras se podía ver un vapor brillante sobre la gruta del pesebre. Tres pastores, en la noche que nació Jesús, vieron maravillados una luz extraordinaria sobre el pesebre y un ángel les dijo: “No tengan miedo, vengo a anunciarles una gran alegría para todo el pueblo de Israel. Ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador que es Cristo, por señal les daré que encontrarán un Niño envuelto en pañales, echado en un pesebre”.

LAS SEÑALES EN JERUSALÉN Y ROMA

Ana Catalina detalla que en una visión contempló a la maestra de María, la profetisa Ana y al anciano Simeón, señalando que todos ellos ya tenían visiones y revelaciones del nacimiento del El Salvador. También narra que en Roma tuvo señales de este gran acontecimiento porque en sus visiones observa cómo en un barrio romano, donde vivían muchos judíos, brotó una fuente de aceite que causo maravillas a quienes la vieron, mientras que algunas estatuas de dioses romaní se desplomaron. En su diario afirma cómo el demonio respondió a través de la estatua de Venus: “Esto ha sucedido porque una Virgen ha concebido un Hijo, sin dejar de ser Virgen, y este Niño acaba de nacer”. En el sitio donde brotó la fuente de aceite se edificó un templo dedicado a María, Madre de Dios.

EL NIÑO NACE Y LOS PASTORES LE ADORAN

La mística revela que caía la tarde cuando unos pastores se dirigieron a la gruta del pesebre donde había nacido Jesús. Ellos cargaban en sus hombros aves y animales, tocaron tímidamente a la puerta de la gruta y san José salió al encuentro. Dijeron que unos ángeles les habían anunciado el nacimiento de un “Niño Promesa para el mundo” y venían a ofrecerle obsequios. José aceptó los regalos y los llevó a donde María, quien se encontraba sentada en el pesebre y con el Niño en sus rodillas. Le entonaron cantos y, al momento de quererse retirar, María les dio al Niño para que lo tomaran en sus brazos. Cada uno lloró de emoción, lo devolvieron a su Madre y se retiraron. Más adelante revela cómo unas mujeres piadosas le ayudaron a la Virgen María con unos servicios, mientras que ella y José contemplaban con profunda ternura al Niño Dios.

JESÚS NACE Y LOS ÁNGELES CANTAN DE GOZO

La revelación con más detalle comienza cuando observa una luz que envolvía a la Virgen María, y que cada vez se hacía más deslumbrante. María tiene su amplio vestido desceñido y está arrodillada en su lecho. El resplandor crecía por momentos. En el cielo había un maravilloso movimiento estelar y seis coros de ángeles celestiales. El Niño todo luminoso, acostado en una alfombra a las rodillas de María, irradiaba una luz potente y deslumbrante. Se movía y se le escuchaba llorar. La Virgen permanecía en éxtasis, para luego cubrirlo con un paño. Lo sostuvo entre sus brazos y lo estrechó en su pecho.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 24 de diciembre de 2023 No. 1485

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