El Observador / Redacción

La ruta hacia los altares

El camino hacia la santidad tiene varias etapas: la primera es ser declarado Venerable Siervo de Dios, la segunda Beato y la tercera Santo.

Venerable Siervo de Dios es el título que se da a una persona muerta a la que se reconoce «haber vivido las virtudes de manera heroica».

Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión, como este caso, y para que sea canonizado, hecho santo, se precisa un segundo milagro obrado «por intercesión» después de ser proclamado beato.

El pasado 14 de noviembre, durante la audiencia concedida al cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el Papa Francisco autorizó al mismo Dicasterio a promulgar el Decreto relativo al milagro atribuido a la intercesión del Venerable Siervo de Dios, el sacerdote mexicano Moisés Lira Serafín. (Zacatlán, 1893-Ciudad de México, 1950). El padre Lira podrá ser beatificado al ratificar la condición milagrosa de la curación de un bebé en su fase prenatal.

Una relación del milagro

Los hechos sucedieron en 2004 pero se investigaron en 2014. Una mujer de San Felipe (Guanajuato, México) notificó la curación de su bebé, que sufría hidropesía fetal no inmune (HFNI), la acumulación extracelular de líquido en los tejidos y en las cavidades serosas.

Documentaron el caso dos especialistas de San Luis Potosí y uno de Guanajuato. La bebé curada hoy es una joven de 19 años. Los impulsores de la causa (sobre todo las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada) llevaron la evidencia a Roma y en enero de 2023 el comité médico de Causa de los Santos constató que se trataba de una curación médicamente inexplicable.

Vida dedicada a las fundaciones

Moisés Lira Serafín tuvo un padre maestro, su madre murió cuando él tenía cinco años. Estudió en el Seminario Palafoxiano de Puebla (fundado por el virrey y beato obispo Juan de Palafox en el siglo XVII) y en 1914 ingresó a la Congregación de los Misioneros del Espíritu Santo. Fue ordenado sacerdote en 1922. Vivió parte de la persecución religiosa en México y emigró a Roma donde vivió hasta 1928. En México dedicaba mucho tiempo al confesionario, donde aconsejaba y orientaba a la vez con exigencia y ternura, dejando actuar a Dios y animando al compromiso apostólico.

En su templo de la Merced fundó un Centro Eucarístico de niños acólitos, una Asociación San Crispín (para zapateros y curtidores), una Congregación Mariana para señoritas y niñas y dos Centros de Catecismo, el Apostolado de la Cruz y la Familia del Espíritu Santo. En 1934 fundó la congregación de Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, que hoy tienen comunidades en Guatemala, Chile, EE. UU., Perú, Nicaragua, Kenia y Roma (además de México). La causa de beatificación del padre Moisés empezó en el año 2000, y en 2013 el Papa Francisco firmó el decreto que reconocía sus virtudes heroicas.

El camino de la sencillez

“Cuando el padre Lira hablaba de pequeñez se refería a la humildad, es saber que por ti mismo no tienes nada, y saber que Dios es quien obra en ti. Decía ‘con los pequeños Dios hace grandes cosas’, y quienes siguen este precepto son capaces de grandes cosas”, le dijo al periódico El Sol de León la hermana Socorro, religiosa que pertenece a las de las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, quienes han sido las promotoras de la causa.

“Yo creo –agregó– que en la calle hay muchos santos caminando a nuestro lado, porque todos estamos llamados a ser santos, y en particular los jóvenes, que en estos tiempos en los que es cada vez más complejo el mundo en el que viven, tienen la oportunidad de aprender en la sencillez el camino que no sólo nos ha indicado el legado del padre Moisés, sino también nuestro Papa Francisco, cuyas convicciones coinciden plenamente con los preceptos fundacionales de nuestro fundador”.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 31 de diciembre de 2023 No. 1486

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