Editorial

Es conocida la historia de la higuera de San Felipe de Jesús, a quien en este número recordamos, por celebrarse su fiesta el 5 de febrero, al unísono que el calendario cívico festeja la promulgación de la Constitución de 1917. ¿Coincidencia? Como se quiera ver. Lo cierto es que la higuera que floreció tras el martirio de Felipe, tiene que ver con el presente y el futuro de la nación.

Ramón López Velarde, en ese portentoso poema “Suave Patria”, intuyó la grandeza de la figura de Felipe frente a la mínima estatura de quienes han querido adueñarse del destino de México

Tu imagen, el Palacio Nacional, / con tu misma grandeza y con tu igual / estatura de niño y de dedal. / Te dará, frente al hambre y el obús, / un higo San Felipe de Jesús.

Estrofa complicada y, a la vez (como sucede con la gran poesía) de una sencillez atronadora. El Palacio Nacional como símbolo del poder frente a la santidad que alivia las guerras y da esperanza cierta a los marginados. Así, el 5 de febrero se enfrentan el hambre y el obús con el higo de la mano de San Felipe de Jesús. Entre esos dos caminos que se bifurcan tenemos que escoger en los próximos meses. No es una metáfora. Es una encrucijada. López Velarde —quien escribió “Suave Patria” en 1921— sabía que el país que acababa de salir de la Revolución se jugaba la piel. Y por eso termina su famoso poema aludiendo a las cuentas del santo Rosario:

Patria, te doy de tu dicha la clave: / sé siempre igual, fiel a tu espejo diario; / cincuenta veces es igual el ave / taladrada en el hilo del rosario, / y es más feliz que tú, Patria suave.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 4 de febrero de 2024 No. 1491

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