Por Rebeca Reynaud

¿Cómo amamos los seres humanos? Por lo que vemos, por lo que oímos, por lo que conocemos. El ser humano es el único ser capaz de amar más allá de lo material y lo finito.

Cuando iban a martirizar a un cristiano del siglo primero, él no veía sólo el instrumento con que lo iban a matar, o el animal al que lo iban a enfrentar, sino que veía más allá. veía que le esperaba Jesús e ir al Cielo, y Dios le daba la fortaleza para morir dando testimonio de su fe.

Dice el Génesis que “Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente” (2,7).

Esta posición intermedia entre del ser humano entre el mundo material-animal y la divinidad puede negarse por dos extremos. En el primer caso el hombre se erige en señor absoluto de sí mismo y de toda la creación; en el segundo, se piensa el ser humano como un simple producto de la evolución animal, privado de espiritualidad y libertad. Para evitar esos errores basta con reflexionar sobre la experiencia que tenemos de nuestro modo de ser.

Son evidentes nuestras limitaciones, hay cosas que no controlamos, ni queremos ni prevemos. No podemos detener el flujo del tiempo, de modo que nuestra finitud es evidente. Pero hay ciertos rasgos de nuestra vida que escapan a esa finitud. Es sorprendente que, siendo finitos, tengamos conciencia de ello. No logramos muchas cosas que queremos, pero sí podemos concebirlas y desearlas.

El tiempo pasa, pero vivimos en un permanente “ahora”, y desde allí podemos darle sentido al pasado y al futuro. Podemos distanciarnos de los condicionamientos de la finitud porque somos seres espirituales.

El ser humano ha sido creado por amor y ha sido creado para amar

Dios nos ha creado con espíritu para que le conozcamos y le amemos a Él. Si hemos sido hechos a imagen suya (Gén 1,27), quiere decir que es posible la comunicación mutua. Yo lo escucho a Él y Él me escucha a mí.

Somos “la única creatura en la tierra que Dios ha amado por sí misma” (Gaudium et spes 24,3). Sólo él está llamado a participar en la vida de Dios, para este fin ha sido creado y esta es la razón de su dignidad.

Por ser imagen de Dios, que es Amor, somos capaces de amar. Dios es el Ser que existe por sí mismo. Nosotros tenemos el ser por participación, participamos de la divinidad de Dios de una manera superior a la naturaleza no humana, aunque esa semejanza no anula la distinción entre naturaleza humana y naturaleza divina.

Dimensiones del ser humano: inteligencia, voluntad, afectos

La inteligencia busca la verdad, la voluntad busca el bien y los afectos buscan el amor. El modo de amar más propio del ser humano es amar como ama Dios. Y ¿cómo ama Dios? Libremente y con verdad. Hay que discernir las clases de amor. Hay amor de deseo y amor de benevolencia, amor posesivo y amor oblativo (dar), amor a uno mismo y amor al otro, etc. Quien quiere dar amor debe también recibirlo como don.

Al aproximarse la persona al otro –hay fascinación por la gran promesa de felicidad- deseará la felicidad del otro, “ser para el otro”. Ese otro puede ser una persona humana o Dios.

La sociabilidad humana

Una filósofa de la UNAM estudiaba en su tesis doctoral las relaciones humanas, y encontró que la base última de ellas se encuentra en Dios, que es un ser relacional. Y se metió al tema de la paternidad y la filiación en Dios, pero dejemos este tema hasta allí.

El amor saca al sujeto de sí mismo hacia lo superior. Si el otro es imagen de Dios, amar a alguien a quien Dios ama es amar a Dios mismo. Por eso el Nuevo Testamento presenta unidos el amor a Dios y el amor al prójimo. En estos presupuestos se funda la sociabilidad humana.

Somos seres sociables que se conocen a sí mismos no sólo con la introspección sino en el encuentro con los demás.

Y ¿cuál es mi vocación? El cura de Ars diría “ir al Cielo”, y sí, porque nuestra vocación es el amor. Entonces es importante tener amigos y ser amigos de Dios. Cuando la vocación es al matrimonio, el camino de ella es él, y el de él es ella. La sexualidad es lo que más eleva o lo que más degrada al ser humano, pero esto ya da para otro tema.

 

Imagen generada con ideogram.ai


 

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