Mensaje de la CEM a la Nación Mexicana con motivo de los comicios del 2 de junio del 2024
«POR EL BIEN DE MÉXICO, PRIMERO LA DEMOCRACIA Y EL ESTADO DE DERECHO»
Los obispos de la Iglesia Católica en México nos dirigimos al querido pueblo de México, movidos por nuestro compromiso y amor a nuestro país, para ofrecer una palabra de aliento desde nuestra misión religiosa, al inicio de la Campaña electoral de 2024, con el único deseo de construir juntos, apoyados en la verdad y la justicia, el ambiente propicio para celebrar en paz este importante proceso político.
México es una gran Nación unida por su origen, valores, cultura e historia, que se encuentra en permanente construcción, tarea en la que todos los ciudadanos estamos convocados a participar con generosidad, desde los propios valores y capacidades, de forma personal y social. La grandeza de esta Nación, bendecida de manera providencial con el Acontecimiento Guadalupano, nos llama, en momentos especiales, a dar lo mejor de nosotros mismos, tal como sucederá, sin duda, en el proceso electoral de este año 2024 que culminará el domingo 2 de junio. Merecemos una jornada histórica que, con una nutrida participación ciudadana, fortalezca la paz y el desarrollo de nuestro país, unido en la riqueza de su diversidad, proyectándonos con esperanza hacia el futuro, gracias a la observancia del estado de derecho y a la madurez democrática que hemos alcanzado.
Conocemos, —por la información de la que todos disponemos—, la importancia y trascendencia de la próxima jornada electoral. No sólo se trata de elegir Presidente de México, sino también Gubernaturas (9 Estados), Congreso Federal (500 Diputados y 128 Senadores), Congresos Locales y Presidencias Municipales. Pero también sabemos ya de algunos riesgos que amenazan la estabilidad democrática mediante la violencia criminal que, al mismo tiempo, afectan la libertad ciudadana. Estamos a tiempo de evitarlos confiando en la fortaleza de las instituciones electorales y en la honestidad de todos los candidatos.
Participemos todos, en lo que a cada uno nos toca, vigilando con esmero el proceso electoral en su conjunto, hasta la entera jornada del 2 de junio, donde los verdaderos demócratas, como fruto de un proceso ejemplar, deberán reconocer los resultados sin apasionamiento, dejando de lado intereses meramente partidistas y conductas egoístas, poniendo por delante el bien común de nuestro México.
El bien común de la Nación exige que vivamos esta experiencia de renovación democrática con libertad y con responsabilidad; respetándonos unos y otros, desde nuestra legítima pluralidad cultural con la que se enriquece nuestra sociedad, tal como se manifiesta en la vitalidad de la sociedad civil organizada con todos sus matices y en los organismos intermedios de distintos sectores. Las decisiones ciudadanas orientadas por el bien común implican el respeto a la dignidad humana, a los derechos de los ciudadanos y la preocupación subsidiaria por los menos favorecidos.
Toca a las autoridades un correcto desempeño en sus responsabilidades para garantizar la participación ciudadana. Es así como entendemos la expresión según la cual «La política es una de las formas más elevadas de la caridad porque sirve al bien común» (Papa Francisco, Fratelli tutti 180).
Todos deseamos que este proceso electoral de 2024 sea un ejemplo de civilidad a la altura de la cultura democrática que los mexicanos hemos ido construyendo y perfeccionando en las últimas décadas, a través de leyes e instituciones que nos regulan, por lo que es necesario que los distintos actores políticos sin excepción, comenzando por las autoridades y siguiendo con los candidatos, partidos y ciudadanos cumplamos las Leyes y las Normas en materia electoral. «POR EL BIEN DE MÉXICO, PRIMERO LA DEMOCRACIA Y EL ESTADO DE DERECHO».
Toca a los responsables de las Instituciones Electorales, el Instituto Nacional Electoral (INE), el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales (FISEL) actuar con apego a la imparcialidad y la justicia, con ética y competencia profesional, para garantizar que el proceso se desarrolle con plena legalidad y con oportuna corrección de las anomalías que pudieran presentarse.
También consideramos necesario que las autoridades responsables de la seguridad ciudadana y las fuerzas del orden (SEDENA, Guardia Nacional y SEMAR), a nivel estatal y nacional, garanticen la protección y el ambiente de paz, de tal manera que se eviten, por motivos electorales, las agresiones, los atentados y los lamentables asesinatos de candidatos, políticos, familiares, periodistas y demás ciudadanos. Por lo demás, la seguridad deberá estar garantizada en todos los rincones del país el próximo domingo 2 de junio, sin excepción alguna.
Creemos que el peor de los escenarios, el que mayormente debemos evitar, es aquel en el que el crimen organizado y otros grupos delincuenciales intervengan en el proceso electoral, en cualquier lugar y momento. La democracia electoral mezclada con la delincuencia es un binomio totalmente inaceptable, es un signo de la más deplorable corrupción que se debe evitar a toda costa. Por ningún motivo se puede justificar y mucho menos entrar en complicidad.
Las condiciones por las que atraviesa el país desafortunadamente no son las mejores, pues es evidente que, desde hace tiempo, nuestros problemas son muchos en materia de seguridad, desigualdad social, crecimiento económico, insuficiente empleo formal y digno, cobertura y calidad educativa y de salud, migración, polarización social, y otras problemáticas. Coincidimos en que el reto mayor está en hacer valer y vivir en un verdadero Estado de Derecho como primer paso para superar la corrupción y nuestras carencias.
México necesita campañas electorales, limpias, legales y austeras; con abundancia de propuestas responsables y serias; dejando de lado las descalificaciones de los contrincantes para dar lugar a la búsqueda de soluciones auténticas para nuestros problemas, tomando en cuenta la seriedad de los mismos. También nos conviene, a todos, la libertad de expresión en el legítimo ejercicio de los comunicadores y los ciudadanos, sin que por ello se ponga en riesgo la vida o seguridad de las personas. Requerimos campañas electorales que favorezcan el ejercicio del voto libre, informado y secreto, sin manipulaciones ni engaños, sin injerencias indebidas de las autoridades gubernamentales ni de cualquier índole. Lo decimos con toda claridad: ¡deseamos una
elección en la que participemos todos! ¡evitemos cualquier retroceso democrático!
No es tiempo de apatía, indiferencia o abstencionismo. Es tiempo de participación y compromiso. Exhortamos a todos los ciudadanos, especialmente a los jóvenes a informarse, interesarse y tomar sus propias decisiones buscando el bien de la Nación. Igualmente exhortamos a los partidos políticos y candidatos, para que se conduzcan con ética, con altura de miras y que no pierdan de su horizonte de acción el bien común. Esto incluye la más grande de las actitudes cívicas en democracia que es la participación generosa y la aceptación de los resultados finales. Anhelamos que todo el proceso se realice por cauces legales para evitar conflictos postelectorales innecesarios y costosos, fundados en posiciones arbitrarias y sin sustento.
La Iglesia enseña, basada en su pensamiento social, que a todos conviene anteponer el bien común por encima del bien particular. Se trata de una construcción muy compleja donde deben ser tomados en cuenta los distintos grupos y personas, donde nadie quede excluido ni desplazado, mayorías y minorías, tienen los mismos derechos ciudadanos y participan del mismo país.
Estamos convencidos, como obispos y pastores católicos, que la mayoría del pueblo mexicano ama a su patria, trabaja con esfuerzo y honestidad cada día, aspira a mejorar y crecer por los caminos del bien y la justicia, tiene una gran nobleza en su corazón y anhela una sociedad en paz y concordia, con mejores oportunidades para todos. Pedimos a quienes contienden para llegar a un puesto de servicio público, corresponder a estos anhelos y trabajar generosamente por la unidad, la justicia y la paz, a fin de construir un México mejor, el que todos anhelamos y merecemos.
No podemos concluir este mensaje sin hacer un llamado fraterno a elevar nuestras oraciones, respetando la diversidad de creencias religiosas y preferencias políticas, pero reconociendo la dignidad de la vida humana. Este llamado nos invita a trascender plenamente, desde la búsqueda del bien y la verdad, en las responsabilidades de cada día. Supliquemos la Providencia de Dios que nos proporcione la sabiduría necesaria para guiar las decisiones que México enfrenta, invocando su bendición sobre nuestro pueblo y la maternal intercesión de nuestra Madre la Virgen María de Guadalupe.
Ciudad de México, 3 de marzo de 2024.
+ Mons. Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
Presidente
+ Mons. Ramón Castro Castro
Obispo de Cuernavaca
Secretario General