Imagina estar rodeado por vientos de 300 km/h, escuchando el terrorífico rugido del aire y viendo como todo cae a tu alrededor. Esa fue la realidad para muchas familias en Acapulco donde, especialmente los más desfavorecidos, lo perdieron todo.
Arelia Cruz, es una valiente madre de familia que atravesó momentos desgarradores durante el Huracán en Acapulco. Arelia relata cómo, aquella fatídica noche, todos en su hogar se refugiaron en un pequeño closet, esperando hasta el amanecer para salir. «Perdí mi casa, todo lo perdí, fue una noche difícil, pero gracias a la providencia, sobrevivimos”.
Al día siguiente, cuando la desesperación se hacía sentir, la iglesia local le dio a ella y su familia apoyo. La ayuda, dice Arelia, llegó en el momento justo: «Actualmente no tenemos nada, nos hace falta todo, la Iglesia nos sigue apoyando y necesitamos reconstruir nuestro hogar, si nos ayudan sería un gran alivio”.
Como la familia de Arelia Cruz, miles de familias tienen marcados el corazón por la terrible pérdida de hogares, seres queridos, bienes, negocios, escuelas y templos. Sienten que la sensación de olvido los abruma.
A pesar de que la “emergencia ya pasó”, ellos necesitan todavía de tu ayuda. Tú puedes mostrarles que no están solos.
La Iglesia sigue haciendo esfuerzos para brindar consuelo psicológico, espiritual y material.
Cada donación cuenta, cada gesto de amor hace una diferencia. Te invitamos a unirte y ser parte de la esperanza que estamos construyendo para Acapulco.
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