Por Mary Velázquez Dorantes

A lo largo del tiempo, las familias mexicanas se han modificado, algunas se han adaptado el contexto y de manera muy activa se enfrentan a los desafíos de la economía familiar.  En medio de una transición demográfica, el panorama de la familia en México coloca retos determinantes, tales como la educación de los hijos, los nuevos entornos laborales para los padres, el tiempo compartido entre la crianza y los anhelos de crecimiento personal, la inclusión de los hijos a los entornos sociales.

A diferencia de modelos familiares donde el núcleo se centraba en roles fijos e inamovibles, el siglo XXI hoy representa una nueva asimilación de ser y conformar una familia. A este preciso momento de la historia, las familias han sido nombradas como “familias posmodernas”, y son identificadas por tres características importantes: la disminución de lazos entre los jóvenes y los adultos debido a los intereses distintos, la inestabilidad de la pareja a consecuencia de la búsqueda del desarrollo individual y la equidad y la ruptura de los roles producto de las aspiraciones por el trabajo entre mamá y papá.

FAMILIAS NUEVAS Y DIFERENTES

Este siglo ha producido grandes transformaciones: se observa la transición de la familia extensa a la nuclear a causa de una búsqueda por el desarrollo económico y el aumento de nivel educativo entre los padres de estas generaciones; se ha reducido el número de hijos y, por ende, el campo promedio de las familias.

“La familia González Urrieta llevan cinco años de casados, tienen una hija de tres años de edad, ambos son profesionales, negocian sus roles dentro del hogar, se casaron a los 28 años de edad y prevén trabajar por un futuro prometedor para su pequeña”.

La vida social de estas nuevas familiar tiene una colisión de intereses entre el amor de pareja, los retos del matrimonio y la autonomía personal.

En México hay un 17% de nuevas familiar que intentan imitar otros modelos tomados de referencias de otras partes del mundo. Existe un 90% de mexicanos que desean construir un hogar tomando en cuenta diferentes alternativas para el sustento económico, las tareas de la vida cotidiana y las condiciones para que, en su conjunto, la familiar se desarrolle íntegramente.

UN SALTO HISTÓRICO

En México, el 61.5% de las familias es de tipo nuclear, sin embargo, en los últimos seis años, seis millones de mujeres se convirtieron en jefas de familia, lo que significa que el 7% de los varones mexicanos dejaron de encabezar el rol familiar.

Este salto histórico ha sucedido en muy poco tiempo y en algunos estudios familiares, encabezados por centros universitarios mexicanos, se ha determinado que las zonas geográficas del país también expresan estos cambios. Por ejemplo, en el norte del país las familias se adaptaban al desafío de la industria, padre y madre se incorporan a jornadas de 8 horas de trabajo. Mientras que en el sur las familias son catalogadas más alegres y sin altas exigencias en el rubro económico.  La zona del Bajío cuenta con familias clásicas, que reflexionan la crianza, pero observan que el futuro genera desconfianza.

“La familia Santos es de Guanajuato, tienen 33 años de casados, dos hijos, y ambos trabajan para sus hijos puedan acceder a una formación universitaria que los ayude frente a las adversidades del futuro, su prioridad es brindarles herramientas para que sus dos hijos puedan salir adelante y formar su propia familia”.

ESCENARIOS DIFERENTES

Los cambios experimentados de la sociedad y los ajustes de los nuevos familiares coloca a los hogares mexicanos frente a problemas clave: las nuevas formar de aprender a relacionarse entre los miembros de la familia, la búsqueda de apoyo emocional por entornos complejos e incluso derivados del conflicto, el estrés familiar relacionado con problemas de organización, pugna entre las diferencias generacionales y una red pequeña de apoyo familiar derivada del impacto de migración familiar.

“La señora Dolores Vega es viuda hace 30 años, se encargó de la crianza de siete hijos, solo los dos más pequeños accedieron a una formación profesional y los cinco mayores se incorporan a trabajos técnicos y comercios. Ella comenta que en los años 70´s formar una familia no era desafiante a comparación de la actualidad, todos iban a la escuela pública, un par de zapatos negros para la escuela era suficiente durante un año, si deseaban unos tenis, ahorraban y los podían comprar”. 

No obstante, cuando a los jóvenes millenials se les pregunta sobre el deseo de matrimonio y familia en México, el 98% dice que es un deseo importante en sus vidas. Por otro lado, una encuesta aplicada a 5 mil jóvenes mexicanos entre los 28 y 32 años reveló la siguiente respuesta: “un niño necesita de un hogar, con ambos padres para ser feliz”.

La dinámica familiar en México ha puesto sobre la mesa que las familias de hoy tienen que construir hogares donde los recursos económicos sean compartidos, tener un control sobre las necesidades de los hijos, manifestar un alto interés por el apoyo emocional entre los padres jóvenes, fortalecer las relaciones familiares sanas y establecer que el núcleo familiar cumple una función determinante para la crianza.

“Nos casamos en 1997, ninguno de nosotros tenía una formación profesional, decidimos tener dos hijos y darles apoyo universitario a ambos, luego de catorce años de formar un hogar con dos hijos, fuimos bendecidos por un tercer hijo, sin embargo, observamos grandes diferencias entre la crianza, el más pequeño requiere mayor atención emocional y social, nuestra familia ahora va en aumento porque tenemos tres nietos, y ellos también son muy diferentes, dice la familia Reséndiz Valle, que tiene 35 años de matrimonio”.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 7 de abril de 2024 No. 1500

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