En estos siete días, el Papa Francisco se encontró con los frailes menores del santuario del Alverna y de la provincia toscana, en el octavo centenario del don de los estigmas que recibió San Francisco, el 14 de septiembre de 1224. El sábado se encontró con los miembros de la Fundación Santa Ángela de Mérici, de Siracusa, Italia, con ocasión del 50° aniversario de fundación. Por último, se encontró con la Cruz Roja Italiana en su 160 aniversario de fundación

Por Patricia Ynestroza – Vatican News

El viernes, el Papa Francisco se encontró con los frailes menores del santuario del Alverna y de la provincia toscana, en el octavo centenario del don de los estigmas que recibió San Francisco, el 14 de septiembre de 1224.

El sábado, el Papa recibió en audiencia a los miembros de la Fundación Santa Ángela de Mérici, de Siracusa, Italia, con ocasión del 50° aniversario de fundación de esta organización eclesial, que, siguiendo la inspiración y el compromiso de Monseñor Salvatore Gozzo, se pone cada día al servicio de las personas más frágiles.  Su fundación resale a 1953, y a aquel acontecimiento que marcó la ciudad de Siracusa cuando un pequeño cuadro que representaba a la Virgen comenzó a llorar en la casa del matrimonio Iannuso. “Son las lágrimas de María, nuestra Madre celestial, por el sufrimiento y el dolor de sus hijos – precisó el Pontífice – son lágrimas que nos hablan de la compasión de Dios por nosotros”, para no hacernos sentir solos en los momentos difíciles.

A los voluntarios de la Cruz Roja Italiana, a quienes recibió con motivo del 160° aniversario de su fundación, el Santo Padre recuerda la necesidad de poner a la persona humana en el centro. Pide a la comunidad internacional «normas que garanticen los derechos humanos en todas partes».

En una época en la que el racismo y el desprecio «crecen como la discordia» en el mundo, es necesario «globalizar la solidaridad» tanto a nivel nacional como internacional. El Papa agradece a los operadores de la CRI su preciosa presencia, especialmente donde «el estruendo de las armas ahoga el grito del pueblo, su anhelo de paz y su deseo de futuro». La fraternidad es posible, indicó, cuando el compromiso está «inspirado en los principios de humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, voluntariado, unidad y universalidad».

 


 

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