Por Juan Diego Camarillo
Estamos a horas de elegir al próximo presidente de México, una decisión que requiere el apoyo de todos los mexicanos y su total disposición para que cada quien elija lo que considere conveniente para el país.
Es importante que nosotros los católicos también asumamos el rol de ciudadanos y enfrenten los próximos comicios con ambos calificativos. Como joven católico me entristece cuando entre la ciudadanía -mucha de ella católica- comentan: “Que la iglesia no se meta en política”, “Vayan y digan misa, esto no les importa a ustedes”, “Que feo que un medio católico se meta en política, yo los sigo para saber de mi fe.” Benedicto XVI vislumbraba este panorama lamentable al observar cómo el Evangelio se está limitando a una “interpretación puramente espiritual privándolo de toda relevancia social y política.”
Esta también es la labor de los cristianos, medios católicos, sacerdotes y obispos comprometidos con la causa de Jesús, que también abarca causas sociales y el bienestar de nuestro México. Al brindar a los católicos una visión completa del país, invitarlos a votar por quien consideren, mostrándoles las necesidades principales, urgentes y dolientes que la Iglesia en México ha tocado -en ocasiones más que el propio gobierno-. Así podremos pedir al Espíritu Santo que nos inspire a elegir a quien consideremos un bien posible para nuestro país.
Además, como católicos ciudadanos tenemos la misión de orar por los gobernantes y los candidatos. El Papa Francisco expresó enérgicamente en 2020, durante la Fiesta de San Pedro y San Pablo, que «las quejas son la segunda puerta cerrada al Espíritu Santo», en referencia al constante hábito de culpar a los gobernantes y vivir solo quejándose. El Papa nos insta a orar, planteando una reflexión e interrogante que nos interpela a todos: “Que los juzgue Dios, nosotros recemos por los gobernantes: necesitan oraciones. Es una tarea que el Señor nos confía. ¿Lo hacemos, o solo hablamos, insultamos y se acabó? Dios espera que cuando recemos también recordemos a quienes no piensan como nosotros, a quienes nos han dado la espalda o nos resulta difícil perdonar”.
Ante el panorama sombrío de una democracia frágil y la falta de compromiso y visión como ciudadanos, es crucial orar. Nuestros obispos nos recuerdan esto con palabras que deben tocar nuestro corazón: “Amar a México hoy es orar más, participar votando y construir la paz”.
Pidamos a la Virgen de Guadalupe que nos ayude a recibir la guía y luz del Espíritu Santo para elegir bien y seguir construyendo la casita sagrada, con ese amor de Jesús que quiere transformar a México como lo desea Santa María.