Por Movimiento Laudato Si

Un grito de los animadores de Iberoamérica del movimiento Laudato Si:

Nosotros/as como animadores y animadoras de Iberoamérica reunidos virtualmente el 25 de mayo de 2024, hemos visto cómo nuestra hermana madre Tierra, creación de Dios, grita incansablemente sus dolores y sus heridas abiertas, padecidas en diferentes lugares de nuestra amada Abya Yala. Nosotros, sus hijos e hijas también experimentamos la violencia de la cultura del descarte y sentimos estos latidos de dolor expresados en cada desgarro de los bienes naturales y comunes, y ante esta realidad, confiados a la acción del Espíritu Santo que renueva la faz de la tierra y nuestros corazones, queremos expresar nuestros clamores, dolores y esperanzas.

CLAMORES

Nos duelen profundamente las inundaciones en Río Grande do Sul, Brasil, así como las sequías en el nordeste del mismo país. Nos hiere el corazón la Tierra herida por la minería y la deforestación en diferentes países como, Paraguay, Perú, Ecuador, Panamá, Guatemala, Honduras. Nos preocupa la transición energética realizada sin participación popular y utilizando el mismo modelo extractivo de las grandes petroleras y cómo causa injusticia y daños en varias comunidades. La explotación de Litio, en perjuicio de la hermana agua en Argentina y Bolivia, es un escandaloso ejemplo de falsas soluciones a la crisis climática global.

Pedimos a Dios, clamamos misericordia por el pueblo que sufre, pedimos por la pobreza de Rio Grande do Sul y de otros pueblos que sufren desastres naturales y guerras…

Nos indignan las violaciones a los Derechos Humanos de las personas y comunidades que defienden nuestra casa común. Son crecientes las amenazas, desplazamientos forzados, asesinatos, por oponerse al paradigma que abusa de la creación convirtiéndola en mercancía. Colombia, Brasil, Honduras lideran una lamentable estadística de mártires por custodiar los territorios.

Nos duelen las miles de familias que han quedado sin techo y en precarias condiciones humanas en toda la región, pero particularmente en Argentina, Venezuela y Nicaragua.

Nos preocupa la escasez de agua en México, Colombia y Uruguay, que ha obligado a que existan racionamientos de este bien común en varias ciudades.

Nos duele que muchos hogares en Latinoamérica, el Caribe y África no tengan acceso al agua potable.

Nos interpelan los cortes de energía eléctrica que en Ecuador llegaron a ser de hasta 11 horas al día.

Nos entristece la tala de árboles, la destrucción de los mangles, la erosión costera, el aumento en las temperaturas y el nivel del mar y las construcciones ilegales en la zona marítimo-terrestre que están ocurriendo en Puerto Rico, República Dominicana y en varios países de Centroamérica.

Nos duelen los más de 4300 incendios ocurridos en lo que va del año en México, nos preocupa la alarmante sequía en todo el territorio.

Nos preocupa la manera infame como los circuitos del narcotráfico desgarran las entrañas de los ecosistemas, contaminan las aguas, corrompen las conciencias, deterioran los cuerpos, financian actividades extractivistas, enturbian el sector financiero, atentan contra la salud del planeta y de las personas, en total contravía a la ecología integral de Laudato Si´.

Somos conscientes de que quienes más sufren estas consecuencias son los más empobrecidos de nuestra región, los más vulnerables y quienes menos oportunidades tienen. Nuestros niños, jóvenes, personas con discapacidad, y adultos mayores a quienes cada día se les arrebata las oportunidades, se les cierran las puertas y se les limita el acceso a los recursos. Los niños y niñas son parte de nuestro presente, pero tienen un futuro incierto a causa de las injusticias de las grandes corporaciones y de unos pocos que pretenden abarcar las riquezas y explotar los recursos de nuestros países y generar pobreza y desigualdad. Todas estas injusticias socioambientales producen lo que algunos académicos llaman racismo ambiental.

Y, aunque todas estas realidades nos tocan profundamente el corazón; nuestra fe y la presencia cercana de nuestro Señor resucitado nos dan esperanza.

ESPERANZAS

Tenemos la esperanza de que las cosas pueden cambiar.

Tenemos -aunque pequeña- una ventana de tiempo en nuestras manos para revertir esta situación y no podemos, no debemos, ni queremos desaprovecharla.

Deseamos que nuestras voces sean escuchadas y que se hagan eco junto al clamor de todos los que habitamos nuestra casa común.

La empatía, solidaridad entre pueblos, hacernos escuchar, informarnos y comunicarnos mutuamente es nuestra mejor arma de lucha.

Están naciendo iniciativas sinodales de trabajo mancomunado como la Comisión de Ecología Integral de Latinoamérica y el Caribe (CEILAC), coaliciones y alianzas con sectores de la sociedad civil de camino al FOSPA, la COP16, la COP30 dentro del espíritu de la Ruta Laudate Deum de incidencia profética ante quienes toman las decisiones.

Nuestra lucha es como la de David contra Goliat, pero en varias oportunidades David alcanza la victoria. La injusticia NO es invencible. Estos ejemplos donde triunfa el cuidado de la Creación nos muestran el camino que debemos seguir y nos orientan para poder encontrar soluciones en conjunto. Victorias como las de Panamá, Ecuador o tantos otros territorios, nos dan luz ante las situaciones que se enfrentan alrededor del planeta y nos dan esperanza. Nos hacen ver que no estamos solos en nuestra lucha, porque nos une un mismo latido y un mismo Dios que nos hizo herederos, cuidadores y corresponsables de su Creación.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 16 de junio de 2024 No. 1510

 

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