Por Brenda Montemayor

Otra alternativa para educar en la fe, es pertenecer a una comunidad dedicada al homeschooling. Preocupados por la falta de valores y los vacíos de fe, los padres eligen ser los encargados de la educación de sus hijos.

Para ellos educar en el hogar es un llamado de Dios a fortalecer la vida del hombre desde sus comienzos. Es darles a sus hijos una base sólida en lo que es realmente importante y verdadero. Es tomar la mano de Jesús para avanzar en el camino de la vida, con paso firme.

Así lo comparte Brenda Montemayor, esposa, mamá católica homeschooler y comunicóloga con maestría en Ciencias de la Familia:

Tomar la decisión de educar en casa no fue fácil para mí, al principio generó grandes temores, pero con apoyo y los recursos adecuados, poco a poco los he ido superando.

Hoy por la mañana pensaba en esos temores y pensaba en ti, que sientes en tu corazón el deseo, pero aún no te atreves a dar el paso, tal vez por miedo a “no dar el ancho”.

Hoy quiero decirte que esos miedos que sientes pueden transformarse en grandes oportunidades de crecimiento y aprendizaje para toda la familia.

Te comparto algunos de los miedos más grandes que tuve:

La incertidumbre: Explorar nuevas metodologías educativas puede ser aterrador, pero recordemos que cada familia tiene su propio ritmo y estilo. Tomar pequeños pasos y ajustar según las necesidades puede aliviar la ansiedad.

No tener una comunidad: Definitivo, este es uno de los miedos más grandes para quienes iniciamos este estilo de vida. Empieza por conectar con otras mamás homeschoolers, casi todas por no decir que todas, quieren y desean ayudar, la mayoría proporciona un valioso sistema de apoyo. Compartir experiencias, consejos y recursos puede ayudar a superar obstáculos y fomenta un sentido de comunidad.

Que no fuera el estilo de aprendizaje adecuado para mis hijos: La educación en casa permite adaptarse al ritmo y estilo de aprendizaje único de cada niño. Este enfoque personalizado puede ser liberador y promover un amor duradero por el aprendizaje, por lo tanto, es tan flexible como cada niño lo necesite.

Que no encuentres recursos y herramientas: Explorar recursos educativos en línea, bibliotecas locales y programas comunitarios puede enriquecer la experiencia de educación en casa. Hay una variedad de herramientas disponibles para facilitar la enseñanza y el aprendizaje, además de un sinnúmero de curriculums que dan un punto de partida a quien no tiene idea de cómo comenzar.

El que no haya graduaciones ni reconocimientos especiales: Descubrí que los niños y jóvenes homeschoolers reconocen y celebran los pequeños logros diarios y que así refuerzan la confianza en el proceso educativo. La educación en casa es un viaje lleno de descubrimientos y cada uno de ellos cuenta.

La educación en casa puede ser una experiencia muy gratificante como mamá y enfrentar los miedos iniciales abre las puertas a todo un mundo de posibilidades educativas y familiares. Además, cultivar el gran regalo de la fe juntos, que es tan rico y nutritivo para nuestras familias, es maravilloso y podemos hacerlo 24/7.

El Homeschool en sí es una carrera retadora, donde también hay piedras y tropiezos, se requiere mucha resiliencia, pero todas las habilidades las desarrollamos, nadie, nadie nace con ellas, ni la que tiene un hijo, ni la que tiene ocho. Si tienes tiempo con miedo a lanzarte, hoy te invito a rendirte a Dios, hoy te invito a confiar. Si Él ha puesto esto en tu corazón, seguro no hay nada que perder y mucho que ganar.

www.elarbomenta.com

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 28 de julio de 2024 No. 1516

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