Editorial

Con motivo de la visita del Papa Francisco a Trieste para clausurar la 50ª Semana Social de los católicos de Italia, el diario Il Piccolo junto con la Librería Editorial Vaticana tuvo la iniciativa de editar (y regalar, durante el encuentro que se llevó a cabo el domingo 7 de julio) una antología de mensajes de Francisco titulada En el corazón de la democracia.

Si bien el texto se basa en discursos públicos, la edición trae un prólogo inédito en el que el pontífice argentino –tomando en consideración el carácter multicultural, religioso e incluso étnico de Trieste– aclara, en pocas palabras, la forma como debemos entender a la democracia frente al extendido (en todo Occidente) “escepticismo democrático”.

La democracia, dice el Papa en el prólogo del libro, está cediendo paulatinamente terreno “al encanto del populismo” Y agrega: “La democracia tiene inherente un gran e indudable valor: el de estar ‘juntos’, el de que el ejercicio del gobierno tenga lugar el en contexto de una comunidad que se confronta libre y secularmente en el arte del bien común, que no es sino un nombre de lo que llamamos política.”

Este párrafo del Papa no tiene pierde. Están puestos ahí los elementos que destruye el populismo, más aún el populismo ramplón, descarado, depredador que sufrimos en América Latina (y en algunos otros países “desarrollados”). Porque el “estar juntos” lleva cosida a sus ropas la necesidad de actuar juntos, de participar para resolver los temas que socavan al bien de la comunidad.

En efecto, el populismo basa su efectividad –en México lo hemos vivido– en dividir: buenos y malos, honestos y deshonestos, amigos y enemigos (el cierre de la participación de Claudia Sheinbaum en el último debate televisivo fue una ristra de descalificaciones del “adversario”, y un himno de alabanza a la pulcritud del “movimiento transformador”: allá los pantanos, acá las aves que los cruzan sin manchar su plumaje).

Francisco citó a continuación la carta de unos muchachos, guiados por el padre Lorenzo Milani, a su profesora, una misiva que engloba en su sencillez la gran verdad de la democracia que el populismo desecha: “He aprendido que el problema de los demás es el mismo que el mío. Salir de él juntos es la política; salir de él solos es la avaricia”.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 28 de julio de 2024 No. 1516

Por favor, síguenos y comparte: