Queridos hermanas y hermanos,
Nos dirigimos a ustedes con un mensaje de esperanza y un llamado a la unidad en estos tiempos desafiantes para nuestra nación.
El reto más grande de una democracia no es obtener la mayoría en las urnas, es visibilizar y dar voz a las minorías políticas, sociales, religiosas, culturales, aun cuando se tiene una mayoría que podría, equivocadamente, invitar a no dialogar. La gobernabilidad recae en el reconocimiento y la garantía de esa responsabilidad.
Gobernar es no abandonar. Gobernar es no renunciar a la responsabilidad de garantizar el bienestar y la seguridad de cada persona en el territorio nacional. Gobernar es partir de un proyecto de nación comprometido con la construcción de una sociedad más fraterna y justa, donde se fomente la cultura del encuentro y el diálogo.
Chiapas, Michoacán, Guanajuato, Guerrero y tantos otros estados claman no ser abandonados. La barbarie recorre sus municipios en un desamparo total hacia quienes han sido expulsados de sus tierras, de sus sueños, de sus familias, de la vida misma.
La vocación del Diálogo Nacional por la Paz es llamar a la escucha, a la búsqueda de acuerdos, a la exigencia que garantice la seguridad, en especial, de aquellos a quienes les han robado la voz y los derechos.
Llamamos a visibilizar y a atender a cada minoría. Llamamos a construir mesas de trabajo que permitan en los municipios y estados, el trabajo conjunto de ciudadanía y gobierno. Ofrecemos acompañar estos procesos desde nuestras posibilidades.
Llamamos al Ejército Mexicano, a la Guardia Nacional y a las policías a asumir su responsabilidad y a no abandonar a quienes están siendo vulnerados. Una buena estrategia de inteligencia militar puede desactivar las dinámicas delictivas de los territorios: faltan decisión y coordinación.
Llamamos al gobierno federal, tanto al ejecutivo como al legislativo, a abrirse al diálogo plural que permita encontrar las reformas que garanticen el mejor funcionamiento de poderes e instituciones. Llamamos al Poder Judicial a defender el interés supremo de la Nación, del pueblo y de la legalidad.
A los gobiernos estatales y locales les imploramos detener esta violencia acabando con la corrupción en las fiscalías, en las cárceles y en las direcciones de seguridad. Está en sus manos resolverlo. Es sabido que los índices de violencia son proporcionales a los índices de corrupción.
A la sociedad civil y a las iglesias les invitamos a generar el encuentro en el espacio público que anime la esperanza, a incentivar la participación y la organización comunitaria. Las buenas prácticas de seguridad y justicia tienen como componente fundamental la participación ciudadana. La violencia que vivimos es un llamado a unirnos y abrirnos a la colaboración.
Es en la generosidad del ganador hacia el perdedor como se reconoce a un héroe. En la mirada incluyente y en la voluntad de gobernar para cada mexicana y mexicano se demostrará de qué está hecho el gobierno próximo a tomar posesión.
En el Diálogo Nacional por la Paz tendrá un aliado quien busque con hechos y no solo con palabras el bienestar de la población.
Que la Santísima Virgen de Guadalupe, nos guíe hacia un futuro de paz, justicia y fraternidad. Con nuestra bendición pastoral,
los obispos de México.
Ciudad de México, 1 de septiembre de 2024