Por José Ignacio Alemany Grau, obispo
Domingo XXIV del tiempo ordinario
Jesús, el Maestro, va por delante. Cargando una cruz dolorosa hasta morir en ella.
Pero va seguro de sí mismo y del respaldo de su Padre Dios.
Muy difícil de entender para Pedro y para todos los poderosos de hoy y de siempre.
Isaías
En este capítulo mesiánico Isaías nos ofrece una visión profética del Mesías.
Ante todos los sufrimientos que tuvo que pasar estaba seguro de Dios y, por eso, el párrafo está lleno de confianza.
Sufriremos en la vida, pero si lo hacemos con Dios y por Él, también podremos repetir: «Tengo cerca mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos.
¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque.
Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?»
Con fe recemos el salmo 114 que abunda en el mismo pensamiento de Isaías.
Salmo 114
«Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte… Invoqué el nombre del Señor… El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo…
Arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mi pie de la caída».
Por eso, «caminaré en presencia del Señor en el país de la vida».
Santiago
Nos enseña que la fe no puede ser auténtica si no va unida a la caridad.
Las tres virtudes teologales son inseparables. Por eso la lógica del apóstol Santiago: «Tú tienes fe y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras y yo, por las obras, te probaré mi fe».
Los grandes santos que hicieron magnas obras de caridad de servicio al prójimo fueron hombres y mujeres de fe y oración.
Verso aleluyático
San Pablo nos enseña que para él el único motivo que tiene para gloriarse es seguir a Cristo crucificado: «Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz del Señor en la cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo».
Evangelio
San Marcos nos refiere hoy el encuentro especial de Jesús con los discípulos en Cesarea de Filipo.
Quiere saber hasta qué punto han llegado a penetrar en lo que significa la presencia de Jesús en el mundo:
+ «¿Qué dice la gente de mí?». Muy fácil respuesta. Todos hablan.
+ «¿Qué dicen ustedes?». Solo Pedro habla: «Tú eres el Mesías».
+ Jesús profetiza a los apóstoles su propio futuro: la cruz, muerte y resurrección.
+ Pedro lo lleva aparte para disuadirlo.
Jesús se vuelve hacia todos para que le oigan y corrige severamente a Pedro:
«Quítate de mi vista, satanás. Tú piensas como los hombres no como Dios» (un día Pedro lo entenderá y se dejará crucificar como su Maestro).
Si el camino de Jesús es la cruz recordemos su enseñanza:
«El que quiera venir en pos de mí que tome su cruz y que me siga».
Si queremos pensar como Dios tenemos que leer y meditar frecuentemente el Evangelio de Jesús.
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