Por Sergio Ibarra

Hace unos 230 años los enciclopedistas franceses, entre ellos, Montesquieu, Rousseau y Voltaire, retomaron las ideas republicanas de Platón y Aristóteles estableciendo las bases para la creación de la democracia moderna. Las repúblicas deberían tener tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. En los inicios del siglo XIX, en una de las paradojas más grandes de la historia, Napoleón Bonaparte fundó la primera república moderna con esos poderes, pero autonombrándose Emperador.

UN INICIO PROMETEDOR

El Instituto Federal Electoral (IFE) marcó el inicio de la democracia mexicana. De 1821 al 2000, nuestra patria vivió un sistema monárquico disfrazado de república, en el que, a diferencia de las monarquías tradicionales, el poder se transmitía entre tribus que se iban apoderando del poder y quién intentaba hablar de democracia o lo mataban, como sucedió con Vicente Guerrero, o lo congelaban, como a Vasconcelos, o le hacían renunciar “por motivos de salud”. Curiosamente, el partido hegemónico del siglo XX perdió las elecciones ante la aparición del IFE.

El IFE sufrió cambios en 2007 a iniciativa de López Obrador (en el PRD) que, desde entonces, ha buscado la forma de acabar con esta institución clave de nuestra libertad. Los cambios sutiles fueron meter a como diera lugar al Congreso al IFE y manipular a los representantes de los institutos estatales. Si uno revisa los titulares hasta su desaparición, quienes lo dirigieron, como corresponde a la complejidad técnica de estas instituciones, fueron personas reconocidas por su trayectoria académica y con estudios de nivel doctoral.

A MANOS DEL CONGRESO

En el 2014 se cambió su nombre a INE. Se oficializó que el Congreso manipulara su funcionamiento. Se estableció que se compondría por once ciudadanos elegidos por la Cámara de Diputados. Uno de ellos fungiría como Consejero Presidente y los diez restantes como Consejeros Electorales. Dándole un cheque al portador al titular del ejecutivo y al partido con mayoría en el Congreso en turno.

Además, cuando se nombró a la actual presidenta del INE, cuya formación profesional es de nivel licenciatura, AMLO dijo: “Es una mujer experimentada, vean su trayectoria, no la conozco, conozco a su familia, son gentes progresistas y demócratas, nada que ver con el conservadurismo. Tiene profesionalismo, es honesta, incapaz de actuar como el presidente que está saliendo…”.

COSAS RARAS DEL DÍA DE LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL

El pasado 2 de junio sucedieron dos situaciones extrañas. La primera fue la evolución gráfica del conteo rápido. Desde que inició hasta que terminó, la ventaja de la candidata oficial tuvo más del doble de ventaja contra su oponente. Por cualquier método que quiera uno revisarlo, simplemente es inexplicable. Las elecciones previas mostraban variaciones durante el proceso del conteo.

La segunda. Desde que el IFE organizó la primera elección presidencial en el 2000 y luego el INE en el 2018, los titulares en turno salían alrededor de las 20:00-20:30 para anunciar el resultado, incluido el histórico resultado de Calderón contra AMLO en el 2006, cuando el titular anunció que la diferencia entre ambos en el conteo rápido impedía declarar a un ganador. En esta ocasión la presidenta Guadalupe Taddei dio la declaración del resultado a las 24:00. ¿Por qué, si había una diferencia tan evidente, tardó cuatro horas más en hacer la declaración de la ganadora? Sobra decir que al siguiente día salió a declarar que no había ningún fraude.

¿HUBO FRAUDE?

En estos días se ha publicado la detección de un fraude que puede resultar histórico. Mayor al célebre que anunció en 1988 del titular de Gobernación, hoy director de la CFE: “se cayó el sistema.” De acuerdo con lo publicado por expertos en estos menesteres denominado Fuerza Ciudadana, se aplicó la ley de Benford que se utiliza para detectar fraudes digitales financieros o fiscales o electorales.

De acuerdo con los resultados publicados, al aplicar dicha ley, en 2,459 casillas de las 5,561 del Conteo Rápido y las 73 mil 919 casillas del Cómputo Distrital se alteraron a favor de la candidata del oficialismo. El porcentaje esperado por la ley de Benford para ese rango de casillas sería de 17.6% y la candidata oficial recibió votos por un porcentaje de 43.51%, es decir una desviación de 25.91 puntos porcentuales, lo que invertiría el resultado de la elección presidencial.

IMPLICACIONES GRAVES

¿Qué implica lo anterior? Que durante esas horas en que se retrasó el anuncio, fue aplicado el algoritmo que alteró el resultado en la plataforma del INE metiendo votos a favor de la candidata oficial y, de verificarse este procedimiento, cometer el mayor robo de la incipiente historia de la democracia mexicana.

¿Qué más implica para nuestras vidas? El nacimiento de una dictadura y, como decían mis mayores, “A ver alégale al presidente.” Dejo para otra columna el otro robo, que son las iniciativas para destruir el poder judicial de la nación y el dejar desprotegida a la población ante la voluntad del ejecutivo en turno.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 8 de septiembre de 2024 No. 1522

Por favor, síguenos y comparte: