Por P. Fernando Pascual

Se difunde la noticia de que las temperaturas son más bajas de lo previsto en esta zona geográfica.

Quienes están convencidos de que estamos en una situación de calentamiento global, dirán que es un caso particular, que los estudios que abarcan todo el planeta confirman que existe un continuo aumento de temperaturas, o que la “noticia” ha sido difundida por quienes no son competentes en el tema.

Quienes son contrarios al calentamiento global, defenderán que la noticia confirma sus tesis, que las temperaturas no están aumentando tanto como dicen, que es absurdo culpar al ser humano de lo que pasa al clima, que la fuente informativa es de fiar.

Se podrían poner miles de casos semejantes: cae una bomba en un hospital, y unos acusan al país atacante de haber enviado la bomba, mientras que otros acusan a los sistemas de defensa de haber usado un arma que dañó a la propia gente.

Este tipo de razonamientos, normalmente ante noticias que pueden ser favorables o desfavorables a las propias ideas, muestran un fenómeno antiguo como la humanidad: muchas veces razonamos desde prejuicios.

Así, si creemos que un político es justo, consideraremos la noticia de que ha sido acusado de corrupción como un ataque inventado por los opositores; si, en cambio, no compartimos sus ideas, será bastante fácil que “celebremos” esa noticia como una señal que confirma nuestro juicio crítico hacia esa persona.

La realidad es mucho más compleja que nuestros prejuicios. Por eso, ante cada “noticia”, conviene adoptar una actitud sanamente distante, que dé tiempo al tiempo para que la nueva información muestre (si ello es posible) su solidez o su carencia de fundamentos.

Los prejuicios nos apartan de la realidad, incluso nos encierran en pseudomundos construidos según nuestras simpatías y antipatías, según lo que hasta ahora nos han enseñado, como han subrayado algunos estudiosos sobre el tema.

Necesitamos, pues, tener la clarividencia y la humildad para reconocer nuestros prejuicios (casi todos los tenemos). Luego podremos afinar nuestro sentido crítico ante cada nuevo dato que se acerque a nuestros ojos o resuene en nuestros oídos, de modo que no demos un asentimiento fácil a lo que no es seguro, y así tengamos la mente y el corazón abiertos a una continua búsqueda de la verdad.

 
Imagen de succo en Pixabay


 

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