Por Ma. Elizabeth de los Rios Uriarte

En el marco de la celebración del Día Mundial de la Bioética conviene retomar su sentido originalmente propuesto por Van Ranssealer Potter en 1971 como un puente entre los hechos científicos y los valores humanos. 

El desarrollo vertiginoso de la ciencia, ahora apoyada en sistemas de inteligencia artificial, es innegable, sus beneficios también; sin embargo, como reza una frase de uso común: no todo lo que técnicamente es posible, éticamente lo es también. Así, ante las diversas posibilidades que ofrece la tecnología hoy en día, habría que decantar aquello que en verdad represente un bien no sólo para la persona humana sino para la familia humana en general y aquí es donde la Bioética es determinante para orientar el discernimiento.

Como interdisciplina, la Bioética profundiza su análisis más allá de las causas inmediatas o hasta intermedias para situarnos en las últimas, es decir, en los fundamentos últimos de las realidades que estudiamos; esto nos permite no sólo entender los fenómenos sino pensarlos y al hacerlos, buscar soluciones viables y efectivas. 

Ha sido de suma importancia el camino andado por la Bioética en el campo de las ciencias de la salud mediante la incorporación de los principios bioéticos en el actuar humano dentro de la relación médico paciente. No obstante, la Bioética se ve, hoy más que antes, obligada a salir de sus fronteras epistemológicas y acercarse a realidades complejas cuyas soluciones no pueden ni deber ser unívocas y, menos aún, lineales, es momento de pensar en nuevos paradigmas de pensamiento y aproximaciones a la realidad en cuya base se encuentre el multiculturalismo, la inclusión y el respeto a al diversidad.

La UNESCO ha promulgado el Día Internacional de la Bioética el 19 de octubre de cada año y lo ha hecho con el objetivo de promover una reflexión ética universalmente válida para orientar el actuar humano frente a la vida y al salud. Para que esta reflexión sea universal, ha propuesto los pilares del multiculturalismo, la inclusión y el respeto a la diversidad. Por ende, hoy, la Bioética tiene que hacerse desde un entendimiento de la riqueza multicultural en un mundo cada vez más globalizado e interconectado, atendiendo al principio de inclusión para permitir la representación justa de todos los sectores de la población y el respeto a la diversidad como fuente de diálogo,  intercambio y crecimiento.

En este sentido, considero que la Bioética debe desterritorializarse, es decir, salir del ámbito clínico para entrar en el terreno de lo social y hacerse más que un saber, una forma de vida.  

Con ello, hay posibilidad de mirar los problemas que aquejan a la humanidad hoy en día desde la Bioética: la crisis climática, la crisis económica, las grandes movilizaciones humanas (migraciones y desplazamientos forzados), las guerras en curso, las epidemias que han resurgido, la amenaza de una nueva pandemia, la carencia de recursos sanitarios y el abandono de ciertos sectores de la población, etc. Todos estos problemas pueden y deben ser atravesados por la mirada Bioética desde una perspectiva, por un lado particular, que sea capaz de atender a lo concreto e individual y, por el otro lado, desde una comprensión de la interconectividad de realidades que lleve a observar las muchas líneas que se cruzan y convergen en los problemas que acontecen.

La bioética en el tema del multiculturalismo enfrenta el problema de hallar en las culturas, entendidas como Bordieu las entendía, como “habitus” o modos de vida que se van constituyendo en una determinada comunidad, el sentido que cohesiona el contenido humano más profundo e íntimo y que permite el mutuo reconocimiento entre personas; esto es, dignidad humana.

En el eje de la inclusión y de la diversidad, la Bioética enfrenta el desafío de las múltiples y profundas formas de discriminación y racismo que permean la vida cotidiana e incluso, las instituciones de salud y que segregan y generan condiciones adversas para el óptimo desarrollo de personas y comunidades.

Así es que la Bioética se vuelve una reflexión y, sobre todo, una acción constante en nuestro tiempo dada la complejidad del entramado de causas de los muchos problemas que ameritan nuestra atención. Al versar sobre la vida y la salud, la Bioética ofrece un análisis serio de los fenómenos contrarios a la dignidad humana al tiempo que permite proponer vías de solución interdisciplinarias fundamentadas en valores universales. 

Hay que acostumbrarnos a mirar la realidad desde la lupa de la Bioética y no sólo a aplicarla en determinados momentos o espacios. Más que hacerla, la Bioética hay que vivirla. 

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