“Vale la pena seguir luchando  por la paz y la justicia”

Por Rubicela Muñiz

El domingo 20 de octubre amanecimos con la noticia del asesinato del padre Marcelo Pérez, en el barrio de Cuxtitali en Chiapas, un activista y defensor de los derechos humanos de los pueblos indígenas, que pertenecia a la diócesis de San Cristóbal de las Casas.

Hasta su muerte, el padre Marcelo era párroco de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe en San Cristóbal de las Casas. Su labor como activista inició en el 2014 cuando realizó una peregrinación que recorrió 12 municipios  hasta llegar a la capital de Chiapas, en la que denunció el aumento de venta de drogas y grupos de criminales.

Desde entonces hasta su muerte, trabajó para fundar espacios como el «Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio», conformado por hombres y mujeres tseltales, tsotsiles y ch’oles. Además, propuso crear en 2021 una comisión de intermediación en la que participaría la Diócesis de San Cristóbal y las autoridades estatales y federales.

Su lucha lo llevó a enfrentar acusaciones y amenazas de muerte, y su posterior traslado a la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe donde participó en una movilización de pacificación de Chiapas, en la cual aseguró que ya no aguantarían los hechos violentos.

La lucha continúa

El padre Gilberto Hernández, responsable de la Pastoral social y director de Cáritas Tuxtla, en Chiapas, compartió cómo recibieron la noticia de la muerte del padre Marcelo:

«Recibimos la noticia con mucha indignación y una profunda tristeza. La Arquidiócesis de Tuxtla forma parte, junto con Tapachula y San Cristóbal de Las Casas, de la provincia eclesiástica de Chiapas, y hemos venido caminando juntos en la construcción de la paz. El padre Marcelo fue un referente en esta labor».

Chiapas, agregó, «es una ‘bomba de tiempo’ que ya ha estado haciendo estragos de diversas maneras, y no han podido o querido desactivarla… Los defensores de derechos humanos tanto como la población el general estamos indefensos ante la violencia; tenemos este sentimiento y percepción de abandono de parte de las autoridades que han sido omisas o cómplices con los generadores de las violencias».

A pesar de lo ocurrido y del peligro que implica buscar la paz en una zona rodeada de grupos criminales, considera que vale la meta seguir en la lucha: «La vida, la dignidad, la paz, la justicia, el desarrollo de los pueblos vale la pena. Claro que tenemos miedo pero sabemos que la lucha por estos grandes valores del Evangelio, que hacen visible el Reino que anunció Jesús, son necesarios que los sigamos impulsando a pesar de las fuerzas del mal, encarnadas en los grupos delincuenciales y la corrupción de algunos gobernantes, que parece van avanzando, pero tenemos la esperanza de que el querer de Dios se va a imponer».

Y aunque parece que se ha perdido una batalla tras el abatimiento del padre Marcelo, el también asesor de la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Tuxtla, está seguro de que aún hay esperanza: «Siempre hay esperanza. En lo particular todos los días me despierto con la clara convicción de que no estamos solos, estamos en las manos y en el corazón de Dios. La oración, la fraternidad, la organización de las comunidades, la resistencia pacífica, y el alimento de la Palabra, el mismo Dios, a través de su Espíritu nos sigue dando la lucidez y la audacia para seguir contribuyendo para que sea posible el mundo que soñamos».

Exigen justicia y seguridad

Tras el violento asesinato, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), a través de un comunicado, condenó el hecho resaltando que el acto «no solo priva a la comunidad de un pastor dedicado, sino que también silencia la voz profética que incansablemente luchó por la paz con verdad y justicia en la región de Chiapas».

También destacó la labor pastoral del padre Marcelo, su cercanía con el pueblo y su apoyo constante a quienes más lo necesitaban: «Deja un legado de amor y servicio que perdurará en el corazón de todos aquellos a quienes tocó con su ministerio».

Además de lamentar la perdida, la CEM hizo un llamado urgente a las autoridades para que se realice una investigación exhaustiva y transparente, así como que se implementen medidas para garantizar la seguridad de sacerdotes y agentes pastorales.

Condolencias del CELAM

Por su parte, el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) también lamentó el atentado, resaltando la incansable labor del padre Marcelo por buscar la paz y la justicia en su pueblo, «fruto de su compromiso fiel por el Evangelio y su entrega total a Cristo presente entre los que más sufren. Nos hacemos cercanos a su familia y comunidad con el deseo de renovar la esperanza en que este grano de trigo que hoy muere de frutos abundantes en el Señor».

 


 

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