Por Mary Velázquez Dorantes
Desde hace un año el padre Ricardo Herrera Alvarado de la diócesis de Zacatecas, realiza su ministerio colaborando en el Centro de Pastoral Vocacional Diocesano y el Seminario de Zacatecas y, junto con otros sacerdotes, ha iniciado un proyecto pastoral que consiste en ir a las universidades a conversar con los jóvenes, además de motivarlos para que se acerquen al sacramento de la Confesión.
-¿Cómo surge la iniciativa de ir a confesar a jóvenes universitarios?
Precisamente por el ambiente del acompañamiento vocacional en el que me desenvuelvo desde hace un año, es que he descubierto la inquietud y necesidad de muchos jóvenes de ser escuchados y acompañados. Muchos de ellos, sobre todo los universitarios, se preguntan sobre un proyecto fundamental para su vida. De hecho, con frecuencia vemos que quienes deciden iniciar un proceso de discernimiento vocacional son en su mayoría jóvenes universitarios. Y, además, en mi diócesis el padre Jesús Alberto Gallegos Cabral, encargado de la Pastoral Universitaria y amigo mío, tenía la inquietud de empezar a hacer presencia entre los universitarios para ofrecerles un espacio de escucha. Me invitó al proyecto que está iniciando, que lleva como nombre “Escuchar con el corazón”, y sin dudarlo acepté.
-¿La respuesta a este provecto ha sido la esperada?
Ciertamente el proyecto nuestro de ir a las universidades no es exclusivamente para confesar a los jóvenes, sino ofrecerles un espacio de escucha y diálogo. Por lo que la respuesta a confesarse no es tanta, aunque sí hay algunos que han empezado a acercarse. Además, estamos prácticamente comenzándolo y, por lo que sabemos, la respuesta será lenta pero esperamos perseverar y que los universitarios poco a poco se vayan dando la oportunidad de ser escuchados.
-¿Cuáles son los principales retos que ustedes como sacerdotes observan en esta experiencia?
Creo que son varios y de distintos tipos. Primero, los retos propios que comprende exigirse, dedicar un tiempo de entre las actividades ya ordinarias para escuchar a los universitarios; segundo, tener constancia, pues solamente así es que creemos que los jóvenes irán encontrando la confianza para acercarse; tercero, ser perseverantes, ya que de por sí es un ambiente difícil de entrar, y seguramente habrá momentos en los que la respuesta no sea la esperada.
Y luego están los retos ajenos, es decir, el ambiente universitario que a veces lleva a pensar que darse un tiempo para ser escuchado, para reflexionar e incluso confesarse, es pérdida de tiempo. Las distintas situaciones que viven día a día los universitarios nos exigen a nosotros sacerdotes la capacidad de apertura y comprensión para escuchar y alentar; buscar la creatividad para que el Evangelio, que siempre es actual, siga iluminando la realidad universitaria y les muestre el proyecto grande al que Dios los invita.
-¿Qué mensaje les daría a los jóvenes para que se acerquen al sacramento de la confesión?
Que no tengan miedo. Hace no tantos años también nosotros fuimos jóvenes y creo que sí los podemos entender, y si no, al menos sí estamos dispuestos a escucharlos. Siempre ser escuchado por otro nos permite descubrir que no vamos solos por la vida, que hay personas con quienes contamos y que pueden mostrarnos otra manera de ver las cosas. Y la confesión en particular es el sacramento por el que le entregamos a Dios nuestros pecados y debilidades, reconociendo que solos no podemos y, por lo tanto, que dependemos de Dios, que necesitamos su perdón y confiamos que su gracia siempre nos libera, fortalece y abraza. Dejémonos abrazar por Dios.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 17 de noviembre de 2024 No. 1532