Tercer Domingo de Adviento

Por José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

Reflexión homilética 15 de diciembre de 2024

Este tercer domingo de Adviento tradicionalmente se celebra con clima de alegría por la cercanía del Señor.

El domingo se llama «de gaudete», que significa alégrense.

En el fondo, esta alegría está en el Espíritu Santo que nos regala el gozo espiritual reflejado en cada una de las lecturas de este día.

Baruc

El profeta canta la gloria de Dios y la alegría que ella trae a Jerusalén, recordando el sufrimiento pasado del pueblo de Dios en el destierro y cómo ahora su regreso es glorioso:

«¡Alégrate y goza de todo corazón, Jerusalén!».

Y añade: «No temas, Sion. No desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, está en medio de ti».

No puede haber promesa más maravillosa que esta, que se hará realidad con la llegada del Mesías.

Termina Baruc animando a Jerusalén con estas palabras:

«Dios se goza y se complace en ti. Te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta».

Salmo tomado de Isaías 12

Es uno de los cantos más alegres porque canta la alegría de Israel que regresa del destierro:

«¡Gritad jubilosos: qué grande es en medio de ti el Santo de Israel!».

Invita a todos a glorificar al Señor con estas palabras:

«Dad gracias al Señor, invocad su nombre… Proclamad que su nombre es excelso.

Tañed para el Señor que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra».

Esta es la gran alegría que produjo al pueblo de Dios el regreso del destierro a la tierra prometida.

San Pablo

El apóstol aprovecha para gritar a los filipenses la alegría de tener a Dios:

«Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres».

Entre las manifestaciones de esta alegría pide San Pablo:

«Que vuestra mesura la conozca todo el mundo… El Señor está cerca».

Teniendo a Dios los filipenses no deben preocuparse por nada, sino más bien dedicarse a la oración, a la súplica y acción de gracias.

Quiere el apóstol que las peticiones de los filipenses lleguen a Dios y produzcan «la paz de Dios que sobrepasa todo juicio y custodiará sus corazones y pensamientos en Cristo Jesús».

Buenos motivos para que nosotros aprendamos también a celebrar el gozo de la cercanía de Jesús, siguiendo los consejos de San Pablo.

Evangelio

Nos presenta al Bautista predicando en el desierto. Se le acercan compungidas multitudes de personas que el evangelista Lucas describe en grupos que preguntan:

«¿Todos en general qué hemos de hacer?».

Y el precursor responde:

«El que tenga dos túnicas que se las reparta con el que no tiene y el que tenga comida que haga lo mismo».

En otro momento, los famosos publicanos, que han ido a bautizarse con Juan, escuchan esta respuesta:

«No exijáis más de lo establecido».

A la pregunta que le hacen los militares, Juan responde:

«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga».

Por otra parte, estaba en el ambiente la idea de que Juan podría ser el Mesías. Y él, con la valentía que le caracteriza, contesta:

«Yo os bautizo con agua, pero viene el que puede más que yo… Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».

Finalmente, Lucas dice que Juan «añadió otras muchas cosas y exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio».

Maravillosa lección para nosotros que debemos imitar a Juan Bautista siendo también evangelizadores que preparan el camino del Señor, apoyándonos en la fe que hemos recibido en el bautismo.

 
Imagen de Myriams-Fotos en Pixabay


 

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