Por Rubicela Muñiz
La “Noche mexicana” del mes de septiembre y las fiestas de fin de año como la Navidad y el Año Nuevo, representan un gasto fuerte para los mexicanos. Tan solo durante la Navidad, el costo de una reunión de 20 personas oscila entre los 10 mil y 12 mil pesos. Esto no solo afecta el bolsillo, sino también el medio ambiente.
Si bien resulta agradable participar en el intercambio de regalos y cenas navideñas, es importante ser consciente del daño que se provoca al planeta con las envolturas, los desechables o el desperdicio de comida.
Cuando la Navidad se centra en estos gastos excesivos, decoraciones, alimentos o ropa nueva, se puede considerar como “La otra Navidad”, ya que no tiene nada que ver con la auténtica pobreza, con el Belén que ayuda a los cristianos a redescubrir la verdadera riqueza de esta celebración sin necesidad de invertir recursos económicos.
De acuerdo con un estudio publicado en ResearchGate, la Navidad podría estar dejando unos 650 kilogramos de emisiones de dióxido de carbono por persona; es decir, el 5.5% de nuestra huella de carbono anual total. El aumento en los viajes (principalmente terrestres o aéreos) o un importante gasto eléctrico, son solo dos de los principales cambios en la época respecto al resto del año.
Pero seguramente ya todo está preparado. Ya muchas de las compras están hechas o el viaje esté planeado. Ante esto, el Papa Francisco nos llama a ir hacia “estilos de vida más
sostenibles”. Existen alternativas para vivir una Navidad sostenible en verdadera fraternidad y armonía con la casa común y las demás criaturas. Descúbrelo en estos tips:
Los regalos de Navidad
En Laudato Si’, el Papa Francisco nos invita a elegir un estilo de vida diferente en un mundo en el que “el mercado tiende a promover el consumismo extremo en un esfuerzo por vender sus productos” (LS 203).
A la hora de comprar los regalos, detente unos minutos investigando sobre fuentes éticas y sostenibles, busca productos ecoamigables o de segunda mano. Decide ir en bicicleta o a pie, en lugar de usar un vehículo contaminante. Por último, busca envolverlos de un modo creativo con materiales que ya tengas en casa.
No desperdiciar la comida
En las fiestas se generan grandes cantidades de comida, que luego acaban en la basura. Puedes aprovechar las sobras para preparar nuevos platos o también llevarlas a algún comedor comunitario, donde te lo agradecerán.
El tiempo con tus seres queridos
Lo más lindo de las fiestas de fin de año es la convivencia en familia. Dedica tiempo a compartir experiencias con tus familiares más cercanos, y también con aquellos que no frecuentas tan seguido.
Deja de lado las diferencias y disfruta de la familia que Dios te regaló alejándote de los aparatos como tabletas o celulares. Organiza juegos especiales para la noche de Navidad, y una temática creativa para el momento de abrir los regalos.
Reutilizar y donar juguetes
En Navidad hay un gran consumo de juguetes, que finalmente son abandonados en un armario. Para darles una segunda vida se pueden llegar a las tiendas de segunda mano o donarlos a alguna fundación como, por ejemplo, Cáritas.
Reutilizar las bolsas para tus compras
Durante estos días de compras navideñas, reutiliza tus bolsas de plástico o tus bolsas de tela. De esta manera, no tendrás que adquirir una bolsa de plástico en cada establecimiento en el que compres. Reutilízalas al máximo y después recíclalas.
Un regalo para la Casa Común
Reducir tu consumo de energía puede ser el mejor regalo para la creación. Si estás en el hemisferio norte, elige abrigarte en lugar de encender la calefacción durante todo el día; por el contrario, si estás en una zona cálida, opta por crear corrientes de aire en tu hogar para mantenerlo fresco.
Otra opción que te ayudará y además quedará bonita: enciende velas en la mesa navideña para adornar y, además, reducir la luz eléctrica.
Si se medita bien, el consumo excesivo en estas fechas no es necesario. Si realmente queremos celebrar la Navidad, nos recuerda el Papa Francisco, “redescubramos a través del pesebre la sorpresa y el asombro de la pequeñez, la pequeñez de Dios, que se hace pequeño, no nace en el esplendor de las apariencias, sino en la pobreza de un establo. Para encontrarse con Él hay que llegar allí, donde está; hay que rebajarse, hacerse pequeño, dejar toda la vanidad, donde está Él. Y la oración es la mejor manera decir gracias ante este regalo de amor gratuito”.
Que “La otra Navidad”, la del mundo, no se viva más intensa que la verdadera.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 15 de diciembre de 2024 No. 1536