“Pues sus proyectos no son los míos, y mis caminos no son los mismos de ustedes, dice Yavé. Así como el cielo está muy alto por encima de la tierra, así también mis caminos se elevan por encima de sus caminos y mis proyectos son muy superiores a los de ustedes”. Isaías 55, 8.

Por Nelly Sosa

Cuando voy a la presencia del Señor en adoración eucarística normalmente traigo todo “mi plan”: los libros que quiero leer, mi diario de oración, etc. Claro que no siempre es posible seguir “el plan”, pero me gusta tener un cierto hilo conductor en mi oración.

Pues el viernes pasado que tuvimos la bendición de ir todos juntos a Adoración, lo primero que hice fue buscar en mi bolsa un cierto librito de oración que encontré en una thrift store (tienda de segunda mano) que me ha estado llenando mucho el corazón y no lo encontré.

De estar en un momento de paz, caí en la tentación de angustiarme, ponerme a pensar en dónde podría haberlo dejado y hasta dónde podría conseguirlo (es un libro muy antiguo).

Respiré profundo y le pedí al Señor que me tranquilizara mientras centraba mi mirada en la Eucaristía, concentrándome profundamente en Él… Estaba ahí, sin “plan”, ante Su Real Presencia Eucarística.

Y en esos minutos de rendirme, de vaciarme… De repente vinieron estas palabras a mi mente: “Vengan a mi quienes están cansados y atribulados, yo les daré el descanso”.

Me incorporé un poco mientras seguí contemplando la brillante custodia con el Cuerpo del Señor y seguí repitiendo despacito estas palabras que conozco desde siempre, pero que hoy en algo sin importancia, tan trivial como perder un libro, resonaban tan cercanas, llenas de ternura.

Me quedé sin palabras (y di por perdido el libro, ya en paz). Unos días después, fuimos a la capilla que está cerca de casa, a donde vamos los miércoles y, al entrar, ahí estaba sobre una mesa el librito.

Amigas y amigos, he estado toda la semana pensando en este dulce Amor que de todo y de todos se vale para llevarnos al silencio, al «cero plan» para atraernos más y más a Su Sagrado Corazón.

Todo eso que buscamos desesperadamente en la bolsa de nuestra vida lo tiene Él. Danos Señor la gracia para escucharte, por encima de las voces del mundo, y de recordar que Tú siempre tienes un plan cuando los nuestros fallan.

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Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 8 de diciembre de 2024 No. 1535

 


 

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