Por P. Fernando Pascual
Los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola incluyen tres preguntas que resultan centrales en la experiencia cristiana.
Las tres preguntas son: ¿qué he hecho por Cristo? ¿Qué hago ahora por Cristo? ¿Qué debo hacer por Cristo?
Tales preguntas podemos hacerlas, como dice san Ignacio, ante Cristo en la Cruz, mientras contemplamos “cómo de Criador es venido a hacerse hombre, y de vida eterna a muerte temporal, y así a morir por mis pecados” (Ejercicios espirituales, n. 53).
La primera pregunta nos pone ante nuestro pasado. Ciertamente, encontraré acciones buenas: actos de caridad, momentos de perdón, oraciones por otros.
Pero también encontraré pecados, más o menos graves, que han herido el Corazón de Jesús y explican por qué Cristo aceptó morir en la cruz por mí.
La segunda pregunta nos pone ante nuestro presente: lo que ahora hacemos, nuestro estilo de vida, nuestros miedos, nuestras ilusiones, nuestras acciones desde que nos levantamos hasta que terminamos cada jornada.
Con la ayuda de esa segunda pregunta encontraré también luces y sombras, esfuerzos por sembrar el bien y actos que me encierran en el egoísmo y dañan a otros.
La tercera pregunta nos lanza hacia el futuro. La pregunta sobre lo que debo hacer por Cristo no busca “obligarme” a realizar acciones buenas, sino que implica abrirme al amor.
Es el amor, en efecto, el que realmente mueve nuestras vidas. Si reconocemos cómo Cristo nos ha amado hasta la locura de la Encarnación y de la Cruz, cómo desde el cielo intercede por nosotros, surgirá casi espontáneamente un deseo de responder con amor a su Amor infinito y misericordioso.
Los Ejercicios espirituales de san Ignacio son una ayuda particular para analizar nuestras vidas y para abrirnos a recibir un Amor que salva, como vemos gracias a las tres preguntas aquí resumidas.
Si no tenemos tiempo para hacer ejercicios espirituales, o si los hicimos en el pasado, siempre podemos ponernos ante la imagen de Cristo en la Cruz para analizar cómo estamos viviendo.
Entonces buscaremos dejarnos tocar por su Amor, y formularemos, en un diálogo íntimo y sencillo con Él, esas tres preguntas que pueden cambiar nuestras vidas: ¿qué he hecho por Cristo? ¿Qué hago ahora por Cristo? De ahora en adelante, ¿qué voy a hacer por Cristo?