En este primer domingo de cuaresma, la liturgia nos invita a meditar en la historia de amor de Dios con cada uno de nosotros. Algo así como lo que le sucedió al pueblo de Israel.

Por José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

Reflexión homilética 9 de marzo de 2025

Deuteronomio

Dios enseñó a Moisés cómo debía ser la actitud de quienes llevaban las ofrendas de sus primicias al templo, para ofrecerlas a Dios:

«El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor».

A continuación, Moisés motiva la entrega con la historia del pueblo de Dios, desde el principio:

«Mi padre fue un arameo errante que bajó a Egipto…».

Después de recordar las misericordias de Dios, el sacerdote dirá al que trajo sus primicias:

«” Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado”. Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios».

Procuremos aprender de la generosidad del pueblo de Israel ofreciéndole al Señor los dones y primicias que nos enseñan los «Mandamientos de la santa madre Iglesia».

Salmo 90

Ante todo, es importante que recalquemos en nuestra oración estas palabras:

«Quédate conmigo, Señor, en la tribulación…

Tú que habitas al amparo del Altísimo,

que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor:

Refugio mío, alcázar mío, Dios mío confío en ti….

El Señor es bueno y recto…

enseña su camino a los humildes».

San Pablo

En la carta a los romanos afirma que «la Palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón».

Según San Pablo estas palabras se refieren al anuncio del Evangelio porque «si tus labios confiesan que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás».

Importante anuncio para nuestra fe que siempre tiene que apoyarse en Cristo Jesús, enviado del Padre.

Versículo antes del Evangelio

Este versículo es muy importante para todos nosotros. Si bien es indispensable el pan para el hombre, más importante es la Palabra de Dios:

«No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».

Evangelio

Nos cuenta San Lucas la actividad del diablo pretendiendo tentar a Jesucristo con diversas tentaciones que fácilmente encontramos en nuestra vida:

+ «Si eres hijo de Dios dile a esta piedra que se convierta en pan».

Tentación sobre la gula que Jesús deshecha diciendo: «No solo de pan vive el hombre».

+ Mostrándole todos los reinos del mundo le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí todo será tuyo». Jesús contestó: «Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo darás culto”».

Tentación sobre el ansia de poder que el mundo desea meter en nuestro corazón y Jesús la venció con estas palabras que debemos recordar siempre.

+ Llevándolo sobre el alero del templo: «Si eres hijo de Dios tírate de aquí abajo porque está escrito: “Encargaré a los ángeles que cuiden de ti”».

Jesús termina con esta última tentación con estas palabras: «No tentarás al Señor, tu Dios»

No debemos adorar las cosas que nos rodean ni a nosotros mismos, porque solo Dios es nuestro Señor y Creador.

Frente a la tentación tengamos siempre presente la Palabra de Dios (que la tienes en ti, como dijo San Pablo) como la tuvo Jesús, nuestro modelo, cuando fue tentado por el diablo.

 
Imagen de Enrique en Pixabay


 

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