Por Miriam Apolinar

La Cuaresma es un tiempo de reflexión, penitencia y conversión. En su mensaje para este año 2025, el Papa Francisco nos invita a mirar en nuestro interior y revisar nuestro caminar de fe. Nos llama a ser peregrinos de esperanza, a salir de nuestras zonas de confort y preguntarnos si estamos dispuestos a transformar nuestro entorno en respuesta al amor de Dios. Para profundizar en este mensaje, realizamos una encuesta entre laicos y fieles para conocer sus pensamientos y reflexiones acerca de los desafíos que nos propone el Santo Padre. Las respuestas obtenidas nos dan una visión más profunda sobre cómo vivimos este camino de fe.

Llamado a la conversión

El Papa Francisco nos exhorta a un proceso continuo de conversión. Para Roberto Ramírez Romero, de 46 años, la rutina religiosa no era suficiente. “Hasta hace poco, hacía muy poco por mi conversión, vivía en una rutina que incluía ritos católicos como ir a misa, pero en realidad no estaba creciendo. Dios era parte de mi vida, pero no era el centro. Hoy, con ayuda de mi esposa y de la comunidad de la Renovación Carismática, me he puesto nuevas metas que me obligan a conocer más el mensaje de Dios, ayudar a los demás en sus necesidades e intentar motivarlos para conocer más a Dios y que Él se convierta en nuestra meta,” compartió Roberto, destacando su compromiso por buscar un cambio real en su vida espiritual.

Artesanos de unidad

El Papa también nos invita a trabajar unidos, como una Iglesia comprometida en todos sus niveles. Arely Carnalla, de 40 años, reflexionó sobre cómo a veces el peso de la misión recae solo sobre los clérigos. “A veces recae todo el peso en ellos, sin saber que nosotros también somos parte del acontecer y la vida de la Iglesia, debemos ser servidores en todo momento, desde la oración hasta la acción. Hoy tenemos que salir y llevar el rostro de Jesús a creyentes y no creyentes. Por eso este tiempo es para darnos y salir de esa zona de confort,” expresó Arely, destacando la importancia de ser agentes activos en la misión de la Iglesia.

Promesa de salvación

La Cuaresma también nos invita a confrontar nuestra relación con el perdón y la misericordia de Dios. Erika Hernández, de 36 años, expresó: “Decir lo siento, me equivoqué es hacer vida las palabras de Jesús, amar a tu prójimo. Hoy cuesta trabajo pedir perdón y recibirlo, porque aún estamos muy ensimismados. Dejarnos amar es algo fuerte, pero necesario. Que este tiempo seamos capaces de ver con los ojos del perdón de Dios y así romper las cadenas que nos esclavizan a nosotros mismos,” resaltando la importancia de la humildad y el perdón como pilares esenciales para vivir la Cuaresma.

La esperanza: luz que guía nuestro caminar

La Cuaresma no es solo un tiempo de penitencia, sino también de esperanza. Es un recordatorio de que la misericordia de Dios nunca defrauda, y que, aunque nuestras debilidades nos hagan dudar, su amor incondicional nos sostiene. Mantener viva la esperanza a través de la oración y la confianza en su perdón nos impulsa a vivir con alegría y generosidad. Esta esperanza es lo que nos permite seguir adelante, sabiendo que Dios camina siempre a nuestro lado.

Construyendo juntos un mundo más justo

El Papa Francisco hace un llamado a la justicia social, la fraternidad y el cuidado de la creación. En nuestra encuesta, muchos fieles coincidieron en que la fe no se debe quedar solo en el plano personal, sino que debe llevarnos a la acción. Como expresó uno de los participantes: “Cada pequeño gesto cuenta, desde reducir nuestro impacto ambiental hasta crear espacios de acogida para quienes se sienten excluidos.” Vivir la fe implica transformar nuestro entorno y contribuir a la construcción de un mundo más justo y fraterno.

Caminemos juntos hacia la pascua

La Cuaresma es un tiempo para caminar juntos, abriendo nuestros corazones a la conversión y a la misericordia de Dios. A través de la reflexión sobre nuestra relación con los demás y con Dios, podemos prepararnos para la Pascua, un tiempo de resurrección y esperanza. Este tiempo de Cuaresma, con sus desafíos y promesas, nos invita a no solo reflexionar sobre nuestro camino personal de fe, sino también a comprometernos activamente con la comunidad y el mundo que nos rodea.

Que esta Cuaresma sea una oportunidad para todos nosotros de crecer en la fe, la esperanza y la caridad, y así poder construir un mundo más justo y lleno de fraternidad.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 9 de marzo de 2025 No. 1548

 


 

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